Imanol Intziarte Periodista
El Sheldon Cooper que llevamos dentro
Supongo que muchos lectores conocerán a Sheldon Cooper. Para los que no, les cuento que es uno de los personajes de la serie «The Big Band Theory». Se trata de una comedia que narra las peripecias de un cuarteto de jóvenes científicos. Son unos frikis, pero Cooper se lleva la palma por su infinito ego y, sobre todo, por su total desconocimiento de las convenciones sociales.
Su éxito se debe a que, en el fondo, a todos nos gustaría ser como Sheldon. No las veinticuatro horas del día, pero sí en determinadas ocasiones. Eso de poder ser políticamente incorrecto sin siquiera ser consciente de ello resulta la mar de atractivo. O cuando menos, nos evitaría pasar algunos malos tragos que bebemos a disgusto por aquello del qué dirán.
Recuerdo una boda, hace ya más de diez años. Finales de julio y el termómetro sobrepasando con creces los treinta grados. Ni corto ni perezoso, me puse un niki, unos pantalones cortos y unas sandalias. Todas las prendas llevaban ya sus buenas horas de rodaje. Hay gente que todavía no me lo ha perdonado. Eso sí, fueron más de uno los que, vestidos de traje y corbata, me confesaron su admiración por mi «valentía». Por no mencionar que sí, que al mediodía iban más elegantes, pero que a las seis de la tarde lucían la corbata anudada en torno a la cabeza y mostraban charcos de sudor en las axilas mientras perpetraban eso que denominaban «baile».
¿Y la moraleja de esta historia? Ninguna, no está escrito en ningún lado que estas columnas tengan que tenerla. Simplemente he leído que Tolosa ha sido designada para algún tipo de fasto del mundo de las marionetas, y no he sentido ningún entusiasmo. Tampoco lo sentí cuando eligieron a Donostia capital cultural europea. O cuando llega Zinemaldia, el Rompeolas, o la mayoría de eventos culturales. No sé si soy un asocial, un inculto, un amargado o si en realidad estas cosas interesan a unos pocos y el resto interpretamos nuestro teatrillo cuando nos caen geográficamente cerca. Prefiero el deporte y la política. Es lo bonito de las perversiones, que las hay para todos los gustos. A Sheldon le molan los comics.