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Crecer para seguir regenerando el sustrato popular de Trapagaran

Trapagaran será hoy un pueblo tomado por miles de euskaltzales. Sin embargo, en esa misma localidad asoma por una pequeña rendija elintenso trabajo de Gazte Asanblada, que, con la paciencia y la insistencia por bandera, ha conseguido sumar para su causa a cientos de jóvenes de la localidad. Ahora quieren mudarse de «casa», socializando y ampliando un proyecto que cada día involucra a más gente.

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Mikel PASTOR

Cualquier persona que sujete este periódico entre sus manos y lea el nombre de Trapagaran lo asociará inmediatamente con el Ibilaldi aque hoy acoge esta localidad vizcaina. Para algunos, sinónimo de reivindicación y defensa del euskera; para otros, una jornada donde divertirse, beber (en ocasiones bastante más de lo recomendable) y escuchar a sus grupos de música favoritos; y para la mayoría, las dos cosas a la vez.

Hay, sin embargo, otra realidad diaria, local y desconocida, bajo la piel del pueblo minero. Se trata del inmenso trabajo de hormiga realizado por Gazte Asanblada durante los últimos años, que ha permitido la regeneración de un sustrato popular que parecía abocado a desaparecer en el individualismo que impera hoy día.

Sin embargo, recabar el apoyo de la gran mayoría de los jóvenes de Trapagaran, de condiciones sociales y hábitos absolutamente heterogéneos, requirió de un esfuerzo casi estajanovista, obligando a los miembros del gaztetxe a dar lo mejor de sí mismos.

Del Lonjero Eguna al nuevo espacio

Andere Lizundia, una de las veteranas de Gazte Asanblada, lo explica: «Cuando empezamos, era absolutamente frustrante ir a las lonjas de los jóvenes y ver y escuchar su pasotismo». Frases como «paso de tu culo» o «no me ralles» se convirtieron en frases bastantes habituales. Sin embargo, consiguieron, a fuerza de insistir, cambiar la mentalidad de algunos «lonjeros».

De esa manera se consiguió activar y comprometer a los jóvenes de diferentes locales para celebrar el primer «Lonjero Eguna». Y resultó que el éxito fue absoluto. «Conseguimos romper esas barreras invisibles que se habían creado entre diferentes grupos, con una kalejira acompañada de una fanfarria que recorría lonja a lonja todos los locales de Trapagaran, en los que cada grupo daba de comer y beber a todos» relata Lizundia. Aquel día la fiesta terminó en el gaztetxe. «Para muchos era la primera vez que entraban a un gaztetxe, y estaban absolutamente asombrados. No sé que esperaban encontrar, pero conseguimos romper el estigma de `el gaztetxe es ETA' que algunos tenían».

No ha sido su único logro. Las clases de dantzas llevan funcionando años, hay talleres de malabares, alboka... además de recuperar Carrascoliendas. Se trata de un antiguo carnaval de Trapagaran, ahora actua- lizado, en el que los jóvenes iban de barrio en barrio pidiendo comida para celebrar después el ágape con todo lo reunido.

Sin embargo, desde Gazte Asanblada ven «absolutamente necesario» un nuevo espacio donde desarrollar sus actividades. El elegido, a tenor de la partida destinada por el Ayuntamiento y de las reuniones mantenidas con los vecinos, parece ser el matadero abandonado del barrio de Zaballa, que sería rehabilitado.

En ese sentido, desde el gaztetxe comenzaron ayer una campaña que pretende «socializar» el proyecto, para implicar en él a los diferentes agentes sociales, culturales y deportivos de la localidad.

Está previsto que esta ambiciosa campaña culmine el próximo día 23 con una manifestación festiva para reivindicar la necesidad de un «gizarte etxe público y reconocido para el pueblo».

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