Critérium du Dauphiné Libéré
Una constelación a examen
Casi todos los candidatos a adjudicarse el próximo Tour se ponen a prueba en la carrera alpina.
Amaia U. LASAGABASTER
Grenoble, 3 de junio. Aunque podría ser Lieja, 30 de junio. Porque buena parte de los hombres que, en menos de un mes, disputen la prólogo del Tour pensando en llegar de amarillo a los Campos Elíseos, hará lo propio con los 5'7 kilómetros contrarreloj con los que arranca hoy la 64ª edición del Criterium de Dauphiné Liberé en la capital de Isére.
Incluso es difícil saber por dónde empezar a repasar la lista. Quizá por Bradley Wiggins, vencedor de la prueba el año pasado. Esta temporada ya se ha adjudicado dos pruebas por etapas de prestigio, como París-Niza y Tour de Romandía, se ha estado machacando en El Teide, su discurso es sumamente ambicioso y Sky, además, le ha rodeado de un equipazo. Aunque tirando de jerarquía, quizá habría que haber empezado por el vencedor del último Tour. A la cabeza de un BMC en el que le acompaña parte de la que será su guardia de corps dentro de cuatro semanas, además de Philippe Gilbert, Cadel Evans es otro de los que ultima su preparación en una carrera en la que ha pisado el segundo peldaño del podio final en cuatro ocasiones. También estará en Grenoble otro ganador de Tour, aunque el amarillo se lo pusieran esta semana y fuera consecuencia de la descalificación de Alberto Contador. Andy Schleck ha variado su preparación de la madre de todas las carreras. Tanto que éste supone su debut en la Dauphiné -hasta ahora ha sido un habitual de la Vuelta a Suiza-, a la que llega con poco más de dos semanas de competición en las piernas y las ideas, aparentemente, bastante claras. No aspira tanto a pelear por la general -que tiene ciertamente complicada, con sesenta kilómetros contra el crono-, como a probarse. Sobre todo en los puertos más duros, en los que, a tenor de sus palabras, el espectáculo parece asegurado, ahora o en el Tour. Y es que el menor de los Schleck, al que escoltarán Markel Irizar y Haimar Zubeldia, asegura que el último Giro ha confirmado el valor de los ataques lejanos, para los que se siente preparado tras la preciosa etapa que protagonizó en el Tour del pasado año camino del Galibier.
La constelación de estrellas que llega a Grenoble con la mente puesta en Lieja y, sobre todo, París, se completa con Samuel Sánchez (Euskaltel-Euskadi); Denis Menchov (Katusha), aparentemente recuperado de su tendinitis; las sensaciones locales del pasado Tour Pierre Roland y Thomas Voeclker (Europcar); el ganador de la última Vuelta Juanjo Cobo (Movistar); dos de los últimos ganadores de la Dauphiné, el incombustible Alexandr Vinokourov y su compañero Jani Brajkovic (Astana); Vincenzo Nibali (Liquigas); Jurgen Van den Broeck (Lotto)... La lista es interminable y los kilates, también.
La representación euskaldun tampoco está nada mal. En Euskaltel, Samuel Sánchez estará escoltado por Jorge Azanza, Peio Bilbao, Ricardo García, Mikel Landa, Egoi Martínez, Alan Pérez y Gorka Verdugo. Markel Irizar y Haimar Zubeldia defenderán la elástica de RadioShack, Koldo Fernández de Larrea la de Garmin y David López e Imanol Erviti la de Movistar.
Le Grand Colombier
Todos ellos se enfrentan a un recorrido que da a la prueba aún más aroma de Tour. Y es que habrá muchos kilómetros contrarreloj, llegadas en alto y algún puerto horripilante.
Tras la prólogo inicial por las calles de Grenoble, los corredores deberán enfrentarse a otros 53'5 interminables y duros kilómetros contra el crono en la cuarta etapa. De ahí al final, llegará el turno de los escaladores. La 6ª etapa, entre Saint Trivier sur Moignans y Rumilly incluye la ascensión a Le Grand Colombier, que este año debuta en el Tour. Un día después, la carrera concluye en Morzine, lo que incluye la ascensión, justo antes de meta, a uno de los puertos que más temen los corredores, la Joux-Plane. La octava y última etapa pone la guinda con la pancarta meta en la estación de ski de Châtel y otros cuatro ascensos por delante.