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Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista

España: del G-8 al estatus de paria en unos años

 

Corría ya la segunda -a la postre última- legislatura de Aznar (PP) en los albores del tercer milenio cuando España exigía, orgullosa, un asiento en el G-8, en el club de las primeras economías mundiales.

Finalmente, y ante tanta insistencia, el país del eterno sol y de las corridas de toros era admitido, aunque por la puerta de atrás, en el G-20.

2010. En plena crisis, el sucesor de Aznar, Zapatero (PSOE), asegura que el sistema financiero español es de los más sólidos del mundo.

Dos años y medio después, Bankia, la joya de la corona de las cajas controladas por el PP, se revela un inmenso agujero negro financiero de 24.000 millones de euros. Y todo y todos apuntan que no es sino la punta del iceberg.

El mundo no sabe qué hacer hoy con esa España que ayer mismo paseaba sus ínfulas, inflada, por la arena de la economía internacional.

El sucesor de Zapatero, Rajoy (PP), ha tratado de sondear la posibilidad de que el Banco Central Europeo se haga cargo del rescate del desastroso sistema financiero español, cuya recapitalización no puede ser asumida por un Estado sin dinero y sin posibilidad de conseguirlo a unos intereses soportables. No ha colado. La culpa. claro, «es de Alemania».

Condescendiente, la UE, que sabe perfectamente que España no puede cumplir ni por asomo los objetivos de déficit, propone una prórroga pero, eso sí, a cambio de más recortes.

Intervenido de facto, el Gobierno Rajoy saca pecho y tira balones fuera, asegurando que lo que está en juego estos días es el euro. Cuando lo primero que está en juego es España. «España es el problema», que dijo Ortega. España y su falso orgullo.

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