El escultor y etnógrafo Joxe Ulibarrena (Azkoien 1924) recibió ayer un pequeño homenaje por parte de la Fundación Irujo Etxea en la décima segunda edición del premio Manuel Irujo, un reconocimiento a su «dedicación por recuperar la memoria, costumbres y cultura de nuestro pueblo». El acto comenzó en la Plaza de Santiago de Lizarra, con un aurresku de honor antes de que en el salón de actos de la Mancomunidad de Montejurra se entregara la Medalla de Oro Manuel de Irujo. Tras recibir la distinción, a la que acompaña una talla de madera de nogal conmemorativa, los asistentes al acto, regresaron acompañados de txistularis a la Plaza de Santiago para participar en un txistorrada popular.

Ulibarrena comenzó su trayectoria artística como pintor y decorador. En 1950, becado por la Diputación navarra, se marchó a París donde estudió en la Escuela de Bellas Artes. Allí abandonó el academicismo y, según sus palabras, pasó «a la escultura no fisiológica, plena de volumen y ritmo».

Después de cuatro año en París se trasladó a Venezuela, donde residió otros siete, periodo en el que fue promotor del Centro Vasco de Caracas, organizó distintas exposiciones y trabajó en una escultura monumental de carácter religioso.

De vuelta a su tierra en 1959, fue cofundador de la Fundación Mariscal don Pedro de Navarra, promotora del Museo Etnográfico navarro (1964), actividad a la que se añade su labor divulgativa y la recopilación y recuperación de técnicas y oficios tradicionales. Caracterizado por su monumentalidad y fuerza expresiva, Ulibarrena se distingue también por un canto a la historia y la libertad de Nafarroa en obras como «Monumento a la batalla de Noain», «Centauros del Pirineo», «Hermandad», «Roble de Garinoain», y «Aizkolari, Pelotari y Layalari».

Entre su producción artística hay también retratos como los de Joxe Miel de Barandiaran y Manuel de Irujo, y una serie de personajes históricos en la que figuran, entre otros, César Borgia, Labrit, Belasko, Jaso y, Pedro de Navarra.