LA VANGUARDIA | Quim Monzó, 2012/6/5
Y luego se quejan
El domingo, en el Circuit de Catalunya al himno español lo silbaron dos veces. (...) A diferencia de lo que pasó días atrás en el estadio Vicente Calderón, en Montmeló los altavoces no lo emitían con 100.000 vatios de potencia para ocultar la protesta. (...)
Mi pregunta es: ¿hace falta que suenen himnos si, en este tipo de competiciones, los que participan son equipos comerciales y los que ganan, personas físicas? ¿No están exagerando, con tanto himno? Puedo entender que suene cuando quien compite en un torneo es la selección de un Estado, una nación, un país o como quieran llamarlo. Lo puedo entender porque, en tanto que selección de un país, la bandera y el himno son sus símbolos. Pero si los que compiten son Yamaha, Honda o Ducati, ¿qué pintan himnos estatales? (...) Y con la fórmula 1: McLaren, Ferrari, Red Bull... Mucho más sensato sería que por los altavoces pasasen la música de los spots de esas empresas. Imagino a Sebastian Vettel, de Red Bull, en el podio, con la mano en el pecho y ademán respetuoso, cantando con emoción lo de «Red Bull te da aaaalas...».
O, sencillamente, nada de himnos. ¿Por qué esa obsesiva presencia del Estado en actos donde pinta más bien poco? ¿No dicen que uno de los objetivos del deporte es fomentar la fraternidad entre las personas, por encima de razas, credos religiosos o laicos y sentimientos nacionales? (...)
Entonces, si todo eso es así, ¿por qué tanto himno cuando no es necesario? Políticos y medios de comunicación se pasan la vida diciéndonos que no debemos mezclar nunca deporte y política y, en cambio, ellos los mezclan con total impunidad en cuanto pueden. No se sorprendan, entonces, de que la gente silbe los himnos.