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Blas de Otero también hubiese querido una mañana gris

Una mañana gris, oreada por una húmeda brisa, saludaba al recital poético continuo desarrollado en el palacio euskalduna. seguro que el mismo blas de otero hubiese elegido un día así.

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Alvaro HILARIO

Una recital de poesía, una mañana en el teatro; espectáculo, ceremonia, rito; ocasión especial. Una docena de mujeres así lo entendieron y, engalanadas, bien guapas, esperaban que el Euskalduna abriera sus puertas: estaba por comenzar el Recital Continuo, uno de los eventos incluídos en el Festival Internacional de Poesía «Askoren izenean: Pido la paz y la palabra», organizado por la Fundación Euskadi 2012, dependiente del Gobierno de Lakua.

A las 11.10, ya eran 60 las personas que ocupaban sus localidades –dipersados aquí y allí en una sala de, al menos, 500 butacas– en la sala A1 del palacio Euskalduna.

Poca juventud entre los asistentes: escribir poemas en servilletas de papel, susurrar sonetos al oído, parecieran ser cosas de otro tiempo, de otra gente.

Una mesa ratona, de esas bajitas, de las de tomar el café, y tres sofás con los poetas que abrían el festival. En un atril, la presentadora desgranaba la habitual letanía según la cual, la desaparición de la violencia de ETA es paz.

Los EREs, los asesinatos de género, los deshaucios y las pelotas de goma no son, al parecer, violencia. Y la vida sigue.

Con quince minutos de retraso sobre el horario previsto, aparece  la poetisa uruguaya Cristina Peri Rossi –huída de los militares en 1973– y toma la palabra: «Yo añadiría otro verso, ‘doy la paz y la palabra’; y porque la doy, estoy con ustedes».

Siete poemas entre lo «solemne» y lo «irónico». Encabalgamientos a flor de piel, homenajeando, quizás, al maestro Blas de Otero. «Montevideo. Nací en una ciudad triste de barcos y emigrantes». 15 minutos. Peri Rossi, señora de las letras. Para terminar, nos regaló un poema inédito: “Condición de mujer”; las palabras rítmicas, retumbaban como las cuchilladas mortales de los viles asesinos.

Karen Connelly, en cambio, nos dejó bien claro que, cuando tenía 19 o 20 años, estuvo viviendo en Getxo. Esa experiencia impactante, su primera relación directa con un «estado cuasi de guerra», de violencia política nos fue narrada en inglés y castellano. Leyó un solo poema.

Solo un poema leyó también el vietnamita Nguyen Quang Thieu. Igual que sucediera con la tailandesa Chiranan Pitpreecha en la rueda de prensa del día anterior, la musicalidad de la lengua, el sonido de las palabras, la cadencia frenética sorprendió al auditorio. La pantalla donde debían verse los textos recitados en euskara y castellano no funcionaba. Thieu, explicándose en español e inglés, renunció a seguir.

Ataol Behramoglu había excusado su ausencia.

Traslados, hogares, amas de casa; las cosas pequeñas y urbanas: El escocés Douglas Dunn ocupaba el escenario. «No hay césped en Terry street». Escocia obrera.

Como en el Olympia

El panorama en la sala A3 era diferente. Este es un espacio más chico, más discreto, más acogedor. Cerca de 40 personas asistían divertidas a la actuación de Jose Blanco & Banda.

Muy buen sonido; muy buenos músicos. Proximidad más allá del escenario. Historias sobre aprendices de brujo y viejos maestros de la poesía. “Queremos llorar a solas”, de Gabriel Celaya.

Hay quien recordó a Paco Ibañez, el Olympia, Paris. Otero, Celaya, Alberti. “La poesía es un arma cargada de futuro”. No olvidamos.

Son las 13.15. Iñaki Salvador, músico, pianista, imprescindible. “Te doy una canción”.

La gente va, sin prisa, de una sala a otra, a la cafetería. La poeta en zacateco Natalia Toledo, a las apuradas, sube y baja escaleras.

Así, de forma sucesiva una veintena de poetas, entre ellos autores sudamericanos y en otras lenguas, vascos como Bernardo Atxaga o el Premio Estatal de Poesía Luis García Montero, siguieron recitando sus poemas.

Decía hace unos días, en la Feria del Libro de Bilbo, el poeta rumano Sorin Ghergut que «La poesía es una hermana pobre pero digna» en el panorama de las traducciones. Mucho nos tememos que, en el plano editorial y espectacular es la hermana pobre; sin más.

Por otro lado, el fin de semana pasado, otro espectáculo, otras jornadas de poesía –Literaturia–,  celebradas en Larrabetzu y desarrolladas de forma más modesta, tuvieron un asistencia de público más que notable. Las comparaciones son odiosas, pero puede que la comunidad generé poesía, pero el dinero no crea ni una ni otra.

 

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