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Antonio ALVAREZ-SOLÍS | Periodista

Ni ética, ni estética

 

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Las cosas vergonzosas no caben materialmente en el discurso intelectual y solo son propias de gentes insolentes, con una lengua liviana. Pertenecen a la escatología moral. No esperaba de usted, Sr. Basagoiti -y espero siempre lo peor-, que fuera capaz de concebir esa bárbara iniciativa consistente en conceder voto en las elecciones vascas a todo el que, ausente ya, haya estado avecindado en Euskadi durante los últimos años. En política, aun en la podrida política actual, se puede renunciar hasta a la ética, pero hay que conservar la estética. Hay que salvar la tarjeta de visita. Con esa idea que ustedes, los sucesores del franquismo, han puesto en circulación no pueden ya entrar en ningún hogar vasco decente. Ustedes, que tanto y tan escandalosamente han cargado contra la kale borroka, están protagonizando con descaro la quema del contenedor de la vergüenza pública. Si la Ley de Partidos fuera realmente una pieza democrática habría que aplicarles ahora esa norma para limpiar, aunque sea un poco, el ambiente político.

Pero es que, además ¿cómo van a localizar a los que se fueron de Euskadi durante los postreros veinte años? Solamente darán con los guardias civiles, los policías y funcionarios que Madrid envió beligerantemente a la tierra vasca. Y para obviar tal imposible «expertos» suyos dicen que bastará con entender que todos aquellos que se fueron lo fueron por persecución o asfixia ¿Sr. Basagoiti, se da cuenta de lo que esto va a significar para la deteriorada imagen de España en Europa? Ustedes van a introducir miles de votos fraudulentos en unas urnas viciadas ya por un españolismo de ínfimo nivel. Ustedes no pueden vivir en sociedad. Todo esto es nauseabundo.

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