Han pasado casi cincuenta años desde que Bruce Brown realizara «The Endeless Summer», un documental que retrataba el viaje de dos amigos californianos, Robert August y Mike Hynson (gran shaper), en busca de la de ola perfecta, en busca del verano eterno. Un viaje, capturado por su cámara, que marcaría el devenir de todo un movimiento en torno a la filmación de aventuras «surferas». El germen de los festivales de cine en torno al surf podría situarse a finales de los cincuenta en California. Allí eran habituales las alocadas proyecciones en las que, el deporte acuático se mezclaba con la rebeldía, el rock, el jazz... De aquellos orígenes underground hasta la popularización de las cámaras GoPro en nuestros días. El cine en torno a la cultura surf y su modo de exhibición, los festivales, han evolucionado y se han profesionalizado. En una coyuntura en la que desaparecen las muestras de cine y las que sobreviven luchan por conseguir patrocinadores, el Surf Film Festibal de Donostia parece mantener intacto el espíritu con el que surgió hace ya diez años. Su acierto puede residir en que domina una de las claves que cualquier festival debe de tener presente para su viabilidad: su identidad. Y cuando hablamos de identidad asoma la palabra especialización. Saber por qué surge, hacia donde mira y hacia que ámbito ha de dirigir su proyecto. En Donostia vienen acertando con sus apuestas, han sabido encontrar su hueco, encontrar su público. Un público arropado por una comunidad surfista que habita en nuestras costas y más allá, en busca de su ola perfecta, de su verano eterno. Zorionak!