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VUELTA A SUIZA | Tercera etapa

Sagan recupera la locomotora

El eslovaco se apunta su segundo triunfo. La jornada estuvo marcada por un incidente en un paso a nivel que cortó en dos el pelotón.

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Amaia U. LASAGABASTER

Peter Sagan es un corredor diferente. Capaz de brillar en las clásicas de primavera, de romper en un puerto de montaña, de pelearse con los sprinters o de luchar contra el reloj. Por algo tiene, con 22 años recién cumplidos, un palmarés que corta el hipo. Y la sensación de que incluso puede hacer más.

En la Vuelta a Suiza ya ha triunfado en dos terrenos diferentes. Batió al superespecialista -aunque todavía ande afinando su forma tras romperse la clavícula- Fabian Cancellara en la contrarreloj inicial, se dejó llevar el domingo pese a que, posiblemente, podría haber mantenido el maillot del líder, y ayer volvió a poner la locomotora en marcha, en una etapa un tanto extraña, para hacer valer su velocidad en los últimos metros. Dos etapas en tres días, una media de récord, que en realidad se corresponde con la que lleva marcando desde que debutó en profesionales con Liquigas, equipo del que no se ha movido desde aquel 2010. Dos años y medio en los que se ha subido a lo más alto del podio en una treintena de ocasiones. Hasta aburrir, en algún caso, como el pasado Tour de California, en el que se adjudicó cinco etapas. Tampoco están mal las tres que conquistó el año pasado en la Vuelta. Y tampoco anda mal en larguerazos. Esta misma temporada ha sido tercero en la Amstel Gold Race y quinto en el Tour de Flandes.

Un curriculum de escándalo cuya última muesca llegó en la tercera etapa de la Vuelta a Suiza -194,7 kilómetros entre Martigny y Aarberg- que, por trazado y desarrollo, parecían decantarse del lado de los valientes. Con una lista algo reducida de sprinters en el pelotón, algunas carreteras ratoneras, un par de puertos en el último tramo, la lluvia que acompañó al pelotón durante buena parte de la jornada y los hombres fuertes de la general en modo reposo, solo era cuestión de que se formase un grupo con las suficientes ganas y fuerzas.

Lo conformaron Guillaume Bonnafond, Michael Morkov y Jonas Van Genechten. Con el visto bueno del líder, pusieron tierra de por medio y empezaron a acumular ventajas que sobrepasaron los diez minutos. Quedaba terreno por delante, pero podía ser la buena. Sobre todo porque a cincuenta kilómetros del final, la fortuna se puso de su lado. El pelotón se dio de bruces con un paso a nivel a punto de bajar las barreras, por el que solo tuvieron tiempo de pasar los hombres de cabeza. Es decir, los Movistar, que comandaban el grupo, y un puñado más. Siguieron adelante, mientras sus compañeros de pelotón aguardaban, perplejos, a que las barreras volvieran a levantarse. Intervino la dirección de carrera, que ordenó detenerse a los hombres del líder, para beneficio de los fugados, que veían ampliada su renta con cada vez menos kilómetros por delante.

Ni aún así fue suficiente. Los equipos con hombres rápidos, sobre todo Sky y Liquigas, se pusieron en marcha y el pelotón empezó a volar, al tiempo que la renta de los fugados caía en picado hasta desaparecer a menos de un kilómetro de meta, donde se unieron caza y sprint. Unido a unos últimos metros complicados para la llegada masiva, la habilidad de Peter Sagan se convirtió en un seguro.

No es descartable que el ciclista eslovaco intente repetir hoy, aunque sus compañeros deberán echarle un cable porque la jornada vuelve a ser propicia para los valientes. Los 188 kilómetros entre Aarberg y Trimbach Olten incluyen un puerto de Primera a mitad de recorrido y un par de cotas en el último tramo de la jornada.

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