Javier Corcobado escribe desde los bosques de Gernika
Recuerda Javier Corcobado que la primera canción que que le impactó de joven fue «Poupée de cire, poupée de son», estupenda tonadilla de Eurovisión interpretada por France Gall. Lo que ignoraba el Alemán es que su próximo futuro sería ruidoso y el posterior, amable.
Pablo CABEZA | BILBO
La música estatal independiente de los ochenta y noventa cuenta con el impacto que produjeron las diferentes propuestas musicales de Javier Corcobado. Un tipo que rompió calles y aceras comunes para crear sombrías alamedas donde confluían tanto la poesía de su espesa voz como el ruido de la vida visto desde la distorsión de las guitarras.
Corcobado nace en 1963 en Frankfurt, Alemania, por cuestiones circunstanciales, pero crece en Madrid, donde en 1982 crea la banda Cuatrocientosveintinueve Engaños, donde se acomoda el ruido y la improvisación. Un año después llega Mar Otra Vez, con tres discos. Un singular grupo que reconstruye la música con atrevimiento: letras de ruidosa poesía, escarnio y música retorcida. En 1989, inicia su carrera en solitario, apuntando ya maneras de crooner, de cantante entonado que no olvida sus rabietas.
Javier Corcobado ha vivido en muchas ciudades, pero desde hace unos años recala en Euskal Herria. ¿Viajes de amor? «Llegué a Euskadi a finales de 2008. Me instalé en Bilbao, y sí, poco tiempo después encontré el amor. Hace un año que vivo en el bosque, cerca de Gernika, maravillado con la lluvia y los colores de las arboledas, prados, cielo y mar, trabajando mucho también en el pequeño estudio que estoy montando aquí».
El «crooner» díscolo
Su último disco se titula «Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad». Según el propio Corcobado, el disco es «un homenaje a algunos de los artistas que han ido marcando y moldeando mi carrera musical desde mi infancia. Mi álbum más crooner, sin duda».
¿Nos engaña, juega con el oyente, después de oírle «The Partisan»? Bueno, conviene recordar que el disco y un reciente ep son todo versiones, obviamente revestidas. «La acepción de crooner te aseguro que es acertada en mi caso. Lo he sido desde que era un niño. Digamos que soy un crooner de este siglo; incorporo ruido a las canciones y utilizo todo tipo de recursos en favor de la belleza».
Javier Corcobado confecciona ruido, experimentación, melodía, acogimiento. textos, fotografía... «Casi todo viene de la poesía... De ciertos versos surgen letras de canciones y a veces las melodías proceden de las propias letras, en otras ocasiones contadas es al contrario.. Ahora, durante el verano, voy a entrar en un intenso periodo de composición. Y respecto a la fotografía, para mí sólo es un pequeño divertimento estético; solo retrato edificios y paisajes. A los humanos no sé retratarlos: se mueven demasiado».
Confesiones del viajero: «Siempre he sido un explorador hasta las últimas consecuencias. En la música lo sigo siendo. En la literatura, sobre todo en la novela, quizá sea más ortodoxo». Palabras de un músico tan veraz que reconforta tenerlo entre nosotros.
Respecto a sus motivaciones para este nuevo trabajo de versones, Corcobado precisa: «Necesitaba hacer un disco de versiones, porque las canciones elegidas habían de ser homenajeadas debidamente, deseaba también un nuevo disco y, además, hemos aprendido a ser mejores intérpretes gracias a afrontar canciones como `The world we knew o Carioca'». P. C.
«Vivo en paz conmigo mismo, amando mucho y siendo amado, como dice la letra de `Nature boy'. Sigo explorando y aprendiendo... Sigue habiendo una inquietud inmensa respecto a la creación musical en mí».
«En directo tocamos canciones de dos últimos discos y el resto son composiciones mías de todas las épocas, incluso tocamos ahora alguna de Mar Otra Vez». ¿Reencarnarse en Frank Sinatra, Nick Cave? «No creo en la reencarnación ni como ucronía».
Dese hace un par de años, Javier Corcobado reside cerca de Gernika, despues de pasar por Bilbo, donde prepara su estudio de grabación, mientras admira el paisaje espeso, la lluvia, el sol, el azul, la quietud, las arboledas...