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Gloria REKARTE | Expresa

Aún no somos castellanos

Era un 19 de julio cuando Fadrique Alvarez de Toledo, Duque de Alba, avanzaba por Sakana dispuesto a finiquitar, sí o sí, el problema que, pese a venenos, matrimonios y bulas papales, impedía a su señor sentar sus reales en Nafarroa. Cuatro días más tarde, Iruñea, se rendía. Dicen que a Don Fadrique, la cosa le resultó fácil, porque Iruñea era beaumontesa, lo que hace pensar en la poca previsión de los de Agramont, que bien podían haber hecho algo al respecto. Alterar el censo o así.

Claro que en aquellos tiempos, como aún no se habían inventado ni los «encajes constitucionales» ni el PP, ni UPN, a las cosas se les llamaba por su nombre (menos a Fernando, que le llamaban «el Católico») y a un ejército de 20.000 hombres entrando a una plaza de 6.000 habitantes, se le llamaba conquista. Quinientos años más tarde, lo llamamos igual. Hasta la derechona navarra, ha tachado aquello tan bonito de la «incorporación voluntaria» y ha pasado de «celebrar» (que se notaba mucho y quedaba fatal) a «conmemorar» la conquista, que queda igual de mal.

Pero debe de ser un ejercicio necesario, casi obligado, para tapar de alguna manera tanto alboroto con la soberanía, justo ahora, con lo difícil que está torear el hecho de que Madrid nos hunde y nos arrastra a su miseria. A falta de mejor argumento, nos pintan trasnochados y caducos: 500 años y aún hablando de conquistas, de viejos estados y de soberanía. Y si, se trata de eso, precisamente de eso: de que 500 años, son muchos años.

Y aún no lo han conseguido. Aún no nos han rendido ni nos han convencido. 500 años y, como dice la canción, aún no somos castellanos.

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