Aunque el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha intentado vender una imagen perfecta del rescate, que él calificó como «línea de crédito», según pasan los días las dudas sobre la viabilidad de dicho préstamo y las consecuencias que pueda acarrear son cada vez más. El economista de la Universidad Pública de Nafarroa (UPNA), Mikel Casares advirtió ayer de que se llame rescate o no, habrá que devolver esa gran cantidad de dinero con sus correspondientes intereses.

Casares, que no ve aspecto positivo alguno en un rescate que calificó de «mala noticia», señaló que dada la cantidad de dinero de la que se está hablando, tiene dudas de que el sector bancario español vaya a ser capaz de devolver el préstamo.

Los bancos o agrupaciones de antiguas cajas con mucha exposición al ladrillo -aseveró- tendrían que liquidar todas las viviendas, terrenos e inversiones en el sector inmobiliario «de la mejor manera posible» y después «ajustar todo lo que son sueldos, números de sucursales, empleados y directivos», cuestiones que por el momento, no parecen muy factibles.

«Nadie sabe realmente qué valor tienen todos esos activos inmobiliarios», indicó Casares, que destacó que, en todo caso, «un inicio de la salida del túnel podría ser liquidarlos en el mercado, aunque sea a precios bajos». Ello supondría un descenso importante del precio de mercado de la vivienda.

No quiso aventurar cuánto podría caer el precio de la vivienda, pero declaró que, si lo hiciera en un 20 o un 30% «sería una buena noticia», dado que «habría compradores que lo verían como una buena oportunidad y esto reactivaría el mercado y eliminaría de los balances bancarios estos activos de dudosa valoración».

Sobre la forma en que el rescate afectará a los ciudadanos, apuntó que dependerá de cómo se utilice el dinero, ya que, si no sirve para sanear los bancos, «al final el Gobierno tendrá que rescatar a los ahorradores» y deberá aplicar nuevas subidas de impuestos y ajustes en el gasto. Medidas que en ningún momento han sido descartadas por el equipo de Rajoy.

Salida del euro

En cuanto a la posibilidad de que el préstamo haga fluir el crédito hacia las empresas y particulares opinó que «el crédito no fluye porque no hay demanda, porque no hay actividad económica, porque las empresas no están en condiciones de invertir, porque las expectativas son muy malas y las familias también están en una situación delicada». Así, apuntó la salida del euro como fórmula para que la economía española se reactive y se recupera así la actividad.

Estimó que una salida del euro para Grecia o el Estado español significaría una «fortísima devaluación», del 30 o el 40% del valor de su moneda, pero, al mismo tiempo, sus economías ganarían competitividad, aumentarían sus exportaciones y se empezaría a recuperar su actividad. Por lo que consideró que podría ser la dirección correcta.