Golpe de estado al legislativo a dos días de las elecciones egipcias
El Tribunal Constitucional egipcio mantuvo la candidatura a la presidencia del último primer ministro del derrocado Hosni Mubarak, Ahmed Shafiq, pero fue más allá y asestó un golpe el proceso de transición egipcio al declarar ilegal el recientemente elegido Parlamento de mayoría islamista, poniendo el poder legislativo en manos de la Junta Militar. La oposición ve un claro golpe de Estado.
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A solo dos días de que se celebre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Egipto, el Tribunal Constitucional adoptó dos decisiones cruciales que asestan un duro golpe al proceso de cambio político en el país, con el poder en manos de los militares, sin Constitución ni Parlamento y con las medidas de un estado de excepción de nuevo en vigor.
El Tribunal declaró ilegales las condiciones en que se eligió el Parlamento y su composición como «ilegítima». Así, invalidó un tercio de los escaños atribuidos a la votación nominal pero, en la práctica, anuló toda la elección y disolvió la Cámara. Un portavoz de la cúpula castrense, el teniente coronel Mohamed Askar, anunció que, como consecuencia, «el poder legislativo vuelve al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas».
Además, el Tribunal invalidó una ley adoptada por el Parlamento que dominan los islamistas, que prohibía a los altos cargos del régimen de Mubarak -presidente de la República, vicepresidente, o primer ministro-, como el candidato a las presidenciales Ahmed Shafiq, presentarse a las elecciones durante diez años.
Shafiq, que fue nombrado primer ministro antes de la caída de Mubarak, participa en las presidenciales, frente al candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi. Sus adversarios ven en él la baza de los militares, y en su eventual victoria, el fin de las esperanzas de democratización.
Al mismo tiempo, las protestas contra la decisión del tribunal fueron inmediatas. El edificio de la corte, al sur de El Cairo, se encontraba ya bajo una fuerte protección militar y cientos de egipcios se habían concentrado para rechazar que Shafiq pudiera presentarse a las elecciones. «Esto significa que la revolución ha terminado», acusaba uno de los manifestantes tras conocer la sentencia. «No queremos fulul (miembros del antiguo régimen)» gritaban.
De la absolución a la disolución
El beneficiado por la decisión, Ahmed Shafiq, no ocultó su satisfacción. «El mensaje de este histórico veredicto es que ha terminado la era de los ajustes de cuentas políticos», proclamó ante sus simpatizantes.
En cambio, la oposición denuncio un golpe de Estado. «Los fallos emitidos por el Constitucional se producen en el marco de un golpe de Estado total que borra los más honorables 16 meses en la historia de esta patria», dijo Mohamed el Beltagui, dirigente del Partido Libertad y Justicia (PLJ), grupo que domina el Parlamento y brazo político de los Hermanos Musulmanes.
El Beltagui señaló que el golpe comenzó con la absolución de seis ex altos cargos del Ministerio del Interior en el juicio por la matanza de manifestantes durante la revolución; le siguieron el decreto emitido ayer que otorga poder a la Policía militar para arrestar a civiles y la disolución del Parlamento elegido y la legitimidad dada a la candidatura de Shafiq. De la misma opinión se mostró el islamista Abdelmoneim Abul Futuh, derrotado en la primera vuelta de los comicios presidenciales. «La permanencia del candidato militar, la disolución del Parlamento elegido y el poder otorgado a la Policía militar para detener a civiles es un golpe de Estado, que engaña a quienes se imaginan que millones de jóvenes lo dejarán pasar», afirmó.
También el premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei aseguró que «la elección de un presidente sin una Constitución y un Parlamento es la elección de un presidente que tiene poderes que no conocen ni los más duros sistemas dictatoriales».
Aunque uno de sus representantes políticos de los Hermanos Musulmanes habló de golpe de Estado, el candidato de la hermandad a la presidencia, Mohamed Mursi, afirmó que respeta la sentencia «en razón de mi respeto por las instituciones del Estado y por el principio de separación de poderes».
Una tercera parte de los diputados elegidos en la Cámara Baja (166) consiguieron su escaño en listas individuales abiertas, pero el Constitucional estima que vulneraron la ley electoral, ya que muchos concurrieron representando a partidos políticos y no de forma independiente.
Al tiempo que asumían el control legislativo, los militares volvían a otorgarse poderes correspondientes al estado de excepción. El ministro de Justicia, Adel Abdelhamid, otorgó a la policía militar y oficiales de investigación el poder de detener a civiles, una capacidad que había sido eliminada cuando a finales de mayo expiró el estado de emergencia, y que entró en vigor de nuevo ayer. Según la junta militar, esta medida tendrá vigencia durante la elaboración de la nueva Constitución, un proceso que debería durar aún meses, aunque podría alargarse aún más si la disolución del Parlamento se extiende también al comité que creó para elaborar la Carta Magna. La medida permitirá a las Fuerzas Armadas arrestar a civiles y procesarlos en tribunales castrenses. Varias organizaciones defensoras de derechos humanos que convertiría a Egipto en un estado militar con restricciones peores aún que las del estado de emergencia. «Varios crímenes contemplados en el decreto son realmente derechos, como la libertad de expresión contra las autoridades o las leyes actuales, acudir a manifestaciones o hacer huelga», denunciaron 17 organizaciones no gubernamentales locales. GARA