El Ejército egipcio maniobra para seguir en el centro del juego político
Con la decisión de invalidar las elecciones parlamentarias justo en vísperas de las presidenciales, el Ejército egipcio da un duro golpe a los islamistas, los únicos rivales que le quedan tras haber dejado fuera de combate a los revolucionarios laicos y de izquierda. Todo ello forma parte del plan de «transición» que dirigen los generales desde que montaron en un avión a Mubarak, hace ya un año y medio largo.
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El Ejército egipcio se ha garantizado a través de un golpe de Estado institucional, los medios para seguir manteniendo el poder y para asestar un golpe a sus rivales históricos, los Hermanos Musulmanes.
La decisión del Constitucional de invalidar los resultados de las legislativas y la bendición de la candidatura del ex primer ministro de Mubarak, Ahmad Shafiq, ha generado una ola de indignación en el país.
Y aunque hay quien ve en peligro el proceso de transición, análisis más atinados aseguran que, al contrario, sitúa estas maniobras en el marco de una »transición» con la que los militares buscan desde el principio hacer fracasar la revolución.
La decisión de disolver el Parlamento constituye un duro golpe para los islamistas. Y es que los Hermanos Musulmanes y el movimiento salafista cuentan con una mayoría de 4/5 en la asamblea legislativa.
Abdallah el-Sinawy, escritor y comentarista político egipcio, augura además que «si el candidato de los Hermanos Musulmanes fracasa en las presidenciales, el revés será rodavía más duro para los islamistas, que han quedado ya debilitados en el frente parlamentario.
Mohamed Mursi se enfrenta en las elecciones, que tendrán lugar hoy y mañana, a Shafiq.
Su propio candidato
Si este último, militar de carrera, fuera proclamado ganador, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que ostenta el poder desde la caída de Mubarak, no tendría problema alguno para imponer sus prerrogativas. Por contra, si venciera el candidato islamista, siempre les quedará el recurso de torpedearle y crearle problemas para que pueda tener en sus manos el poder ejecutivo. Es la misma táctica que han protagonizado los militares con el Parlamento, al que han ninguneado en todos estos meses desde las invalidadas elecciones parlamentarias de finales de 2011 y principios de este año.
Una planificación al detalle
Algunos expertos apuntan a que los generales egipcios, que sustituyeron al rais egipcio en febrero de 2011 tras forzarle a dejar el poder, han tenido todo este tiempo para perfilar su estrategia, una estrategia que ha quedado a la vista con las decisiones del Constitucional.
Em opinión de Mathieu Guidère, especialista en el mundo musulmán de la Universidad de Toulouse, todo esto «revela una estrategia seriamente meditada de los militares, que buscan mantener todas las opciones abiertas sea cual sea el resultado de las presidenciales».
«Estamos ante un plan global de transición pergeñado por los militares, que tratan desde hace año y medio de desactivar el choque de la revolución», coincide Jalil al-Anani, especialista en Medio Oriente de la Universidad británica de Durham. «Comenzaron yendo contra los jóvenes, ahora les toca el turno a los Hermanos Musulmanes». En ese marco se inscribe la decisión de volver a permitir las redadas de civiles, lo que reforzará la capacidad del Ejército para hacer frente a las protestas.
El Ejército, que controla un inmenso y opaco imperio económico, ha preferido siempre mantenerse en la sombra y estas decisiones judiciales «le dejan el campo abierto a un reequlibrio del Parlamento en favor de Shafiq y a un eventual retorno del régimen presidencial», señala Guidère. Antonio Basbous, que dirige el Observatorio de los países árabes en París, coincide en que estamos «ante una restauración disfrazada (...) El Ejército no está dispuesto a dejar el poder y a ver a los islamistas metiendo a sus generales en la cárcel, como en Turquía, y obligando a los soldados a recluirse en los cuarteles».
EEUU instó a «no dar marcha atrás en la transición democrática» y mostró su esperanza en que el pueblo egipcio «obtenga aquello por lo que ha luchado». Mostró su preocupación por la restauración de poderes de excepción.
La UE urgió a Egipto a que aclare «cuanto antes las consecuencias exactas» de la decisión de disolver el Parlamento y añadió que sigue «con atención» el desarrollo de los acontecimientos
Un colectivo de partidos de izquierda, laicos y liberales denunció que estaríamos ante un «escenario contrarrevolucionario» y adelantó que las presidenciales «serán una comedia barata para permitir al CSFA reforzar su control a través de su candidato», Ahmad Shafiq.
El diario «Al-Tahrir» coincide en que estamos ante un «golpe de Estado jurídico» y «Al-Chourouq» va más allá y señala que «esto recuerda al 24 de enero de 2011, la víspera de la revolución contra Mubarak».
Los Hermanos Musulmanes, con el reto de las presidenciales, han optado por un discurso más tranquilizador. «El pueblo egipcio, que eligió de forma libre y transparente a sus diputados, volverá a elegir a personas que protegerán las conquistas de la revolución que les quieren arrebatar», aseguró el presidente del Parlamento, Saad Ketatni, quien añadió que no ha recibido notificación oficial de la disolución.
Su candidato, Mohamed Mursi, sentenció que «el pueblo está determinado a proteger su revolución contra los corruptos del antiguo régimen». GARA