UPN rompe el gobierno navarro
Barcina tumba a Jiménez, que puede devolver el golpe en los consistorios
En la madrugada de ayer, la presidenta navarra, Yolanda Barcina, destituyó a su segundo, Roberto Jiménez, el líder del PSN. Por la mañana, presentaron su dimisión los otros dos consejeros del PSN, Anai Astiz y Elena Torres. Barcina tratará de seguir en solitario, ya que sólo ella puede adelantar elecciones y no hay una moción de censura a la vista. Jiménez va a la oposición y queda por ver qué ocurre en Iruñea y otras ciudades, donde UPN también está en minoría.
Aritz INTXUSTA | IRUÑEA
Yolanda Barcina ofreció una imagen ayer radicalmente distinta a su acostumbrado estilo altivo, casi prepotente. Se la vio débil, tocada y consciente de su minoría. Optó por ensañarse con Roberto Jiménez, a quien llamó «caballo de Troya que hace oposición desde el Gobierno». Para los otros dos consejeros del PSN, Elena Torres y Anai Astiz, se deshizo en halagos, pese a que ambos le habían presentado la dimisión horas antes. «El PSN tiene la puerta abierta si quiere volver a entrar en el Gobierno», dijo la presidenta, insistiendo en múltiples ocasiones en que confía en un acuerdo entre ambos partidos. Su idea es tirar para adelante con un gobierno en minoría (19 escaños sobre 50) y repartió las consejerías que dejó libre el PSN entre sus actuales consejeros. Pero todo apunta a que se trata de un parche hasta que Barcina convoque elecciones, para lo que aún podrían faltar meses.
Mientras tanto, el Ayuntamiento de Iruñea, así como el de ciudades tan importantes como Tafalla o Lizarra, van a cuestionarse, ya que se sustentan en ese acuerdo entre los dos partidos. De las ciudades con peso en Nafarroa, UPN se juega quedarse solo con Tutera. Y en ayuntamientos no hay posibilidad de adelantar elecciones. UPN y PSN, por el momento, no quieren aclarar cómo solventarán esa difícil papeleta.
El PSN ha reaccionado con mucha mesura. Se está recolocando en su «primer día en la oposición». El ya exvicepresidente Jiménez compareció arropado por toda su ejecutiva. Acusa a Barcina de ocultarles las cuentas reales a ellos y a la ciudadanía. Por ello se comprometieron a impulsar una comisión de investigación en el Parlamento. Pero, básicamente, es su única amenaza. Sobre qué ocurrirá en los ayuntamientos navarros, dijo que no lo habían «hablado» en la Ejecutiva de ayer. «Hoy eso no toca», confesó a posteriori uno de sus miembros fuera de micro.
Mientras tanto, fuentes del PSN conocedoras de lo que ocurre en el Ayuntamiento de Iruñea ya adelantaban que asuntos que pensaban aprobar en la capital y que «toleraban» por el acuerdo en el Ejecutivo podrían cambiar. Las consecuencias en ese plano, por tanto, pueden ser inmediatas, aunque el eventual cambio en las alcaldías lógicamente deberá esperar a que se tejan otro tipo de alianzas.
Por otro lado, a Barcina le aterra la idea de perder feudos y poder en los principales municipios de Nafarroa. Preguntada específicamente por ello, la presidenta remarcó que en el acuerdo firmado con PSN hay una cláusula expresa en el que se dice que este acuerdo no es vinculante para los consistorios. «No tiene nada que ver», se apresuró a decir la presidenta. Barcina obvió que quien impuso la cláusula para desvincular el acuerdo de Gobierno de los ayuntamientos fue el propio PSN, cuando aún jugaba la carta de ser el único con posibilidades de pactar con todos. Además, lo que ponga en ese acuerdo poco importa, porque UPN ha decidido romperlo.
La ruptura, según el PSN
«Al PSN le han echado del Gobierno para no tener que decir la verdad de los ciudadanos» es la versión oficial del partido. En su discurso, a Jiménez también se le escapó algún que otro detalle significativo, como que Barcina le envió a un policía foral a su casa a medianoche para entregarle su carta de cese. En definitiva, el mensaje del PSN es que «no hay vuelta atrás». De todos modos, Jiménez no quiso optar por lo más rápido, que es adelantar las elecciones. El partido ha quedado muy tocado para lanzarse a unos comicios. En consecuencia, tolerará a UPN en el poder, pero adelanta que ese gobierno de Barcina en solitario «no puede generar confianza».
El papel de bloqueo del PSN queda ahora en manos del grupo parlamentario. Por tanto, el brillo se lo va a llevar Juan José Lizarbe, que es el portavoz. Aunque Jiménez mantenga la Secretaría General, perdió su escaño cuando accedió al Gobierno. Lo mismo ocurre en el caso de la expresidenta de la Cámara, Elena Torres, y del exconsejero Anai Astiz. La salida del Ejecutivo, por otra parte, supondrá un severo varapalo para bastantes liberados del PSN. Por ello, resulta significativo el inicio del discurso de Jiménez: «Quiero agradecer a todos los cargos que han estado en el Gobierno y a todos los funcionarios por su abnegada labor y colaboración».
Su postura en la oposición es aún una incógnita. «Exigiremos lo mismo que en el Gobierno, la verdad. Saber a cuánto asciende el déficit real de Navarra», aseguró Jiménez. El líder del PSN adelantó escuetamente que no aceptarán ningún recorter.
Barcina tirará con lo que tiene
La expulsión de Jiménez y la lógica dimisión de Astiz y Torres dejan huérfanas las carteras de Presidencia, Bienestar Social y Fomento. Pese a ello, no habrá nuevas caras en el Ejecutivo por ahora. Barcina ha encargado Fomento al consejero de Economía, Álvaro Miranda. Marta Vera, consejera de Sanidad, se hará cargo a partir de ahora también de Bienestar Social. El titular de cultura y portavoz, Juan Luis Sánchez de Muniáin, es el más reforzado, puesto que desempeñará las labores de Presidencia, que hasta ahora estaban al cargo de Roberto Jiménez. Se entiende que Miranda, vicepresidente segundo, será ahora la mano derecha de Barcina.
Barcina tiró de hemeroteca para tratar de vender que tiene posibilidades de seguir un tiempo en el Gobierno. Recordó que, cuando entró de consejera con Miguel Sanz, su partido sólo contaba con 17 escaños en la Cámara. Pero fue el Gobierno que siguió al de Javier Otano, y las circunstancias han cambiado bastante. Su soledad en el Parlamento solo es mitigada por los cuatro parlamentarios del PP, que son incapaces de alterar ninguna mayoría. De ahí su insistencia en que acuerdos con el PSN aún son posibles: la presidenta no tiene más cartas.
Otros escenarios posibles
Bildu fue el único partido tajante: quiere unas elecciones ya, porque «no es tiempo de parches ni de componendas». Pero ese escenario no parece viable para el resto hasta en el corto plazo. Patxi Zabaleta habló por Nafarroa Bai y pidió tiempo. A su juicio se abre una fase nueva, donde a los 18 escaños de la oposición (8 NaBai, 7 Bildu y los tres de I-E) se sumarán los nueve parlamentarios del PSN. Zabaleta «no hará remilgos» a ninguna posibilidad, como la moción de censura.
Con el actual reparto de escaños, es viable que los 27 entren a gobernar, pero tampoco parece que sea esa la opción. I-E también fue pragmática. Salvo Bildu, todos piden tiempo para recolocarse.
Rubalcaba, el mediador
Barcina aseguró haber hablado con Alfredo Pérez-Rubalcaba para intentar desatascar el entuerto horas antes de mandar al foral. Lo único que desveló de la conversación es que el líder del PSOE le dijo que veía una «situación complicada». La presidenta puso todo su esfuerzo en cargar contra Jiménez y adular al resto. Afirmó que en su partido no confían en Jiménez y recordó que, cuando le pedía encuentros bilaterales, él reclamaba reunión entre partidos. Barcina concluye que pasa esto porque en el PSN no se fían de Jiménez.
La presidenta también dijo haber recibido un telefonazo de Mariano Rajoy, quien le habría instado a mantener un gobierno estable que no empeore las cosas para el Estado. Jiménez también habló con Rubalcaba, y dijo que le renovó su aval.
Nafarroa ha vivido en estos últimos doce meses un nivel de movilización social desconocido en décadas. Ha sido la gente, con su protesta, la que ha llevado a PSN a una situación incómoda, de la que solo podía escapar tirando los trastos a sus socios. Al final, Roberto Jiménez ha tensado tanto la cuerda que quien rompió fue Yolanda Barcina.
Por muchas detenciones que se hayan producido, la evidencia de que la huelga del 29-M tuvo un seguimiento de enormes proporciones ha salido a la luz. Esta huelga general fue solo un punto de partida. La movilización de los últimos meses ha tenido y tiene un protagonista que destaca: la comunidad educativa. El consejero Iribas encajó tres huelgas generales en apenas diez días. La primera se celebró en todo el Estado español. Los datos de Nafarroa destacaron sobre todos los demás, reconociendo el Gobierno que más de la mitad de los profesores pararon (el doble que el resto). Viendo lo que suponía aquello, para los dos paros siguientes el consejero decidió saltarse a la torera la objetividad y tirar por lo bajo. No era creíble. Las protestas, a cada cual más imaginativa, arreciaban centro por centro. Ha habido decenas de encierros amparados por los claustros de colegios e institutos y un sinfín de reivindicaciones. Iban tan rápido, que este periódico no pudo dar cuenta ni de la tercera parte. Y no eran solo profesores los que se encerraban. Ahí estaban también los padres y madres peleando por el futuro de sus hijos. La huelga de toda la función pública del 31 fue también espectacular: miles y miles salieron en manifestación. A LAB, como sindicato mayoritario entre los funcionarios, le tocaba liderar y ha sabido arrastrar. Primero fue LAB, pero luego CCOO llegó a pedir la dimisión del Gobierno.
Una mala lectura que se ha hecho de la movilización educativa es menospreciar su fuerza en Erribera. Si bien es cierto que la implicación fue mayor en el norte de Nafarroa, un seguimiento de un tercio del profesorado en el sur supone un golpe crítico, sobre todo, porque son muchos votantes y exvotantes de PSN los que han optado por la calle. Y han salido con ganas. Muestra de ello es la caminata que iniciaron en Tutera el domingo y que llega mañana a Iruñea.
El otro pilar que se ha tambalaeado por las reivindicaciones ciudadanas es el de bienestar social (cartera en posesión de PSN). Lo que más ha dolido, de nuevo, han sido los encierros en Tutera, Atarrabia, Sarriguren, Berriozar e Iruñea, así como los miles de discapacitados que salieron también a la calle.
Y, debajo de todo, otro motor: el paro. Los navarros han entendido que los 50.000 parados bien merecen tumbar a un Gobierno. Y, en realidad, lo han conseguido. A.I.