Lluís Bassets 2012/6/14, el país
Armas sin retroceso
Los martes, sentencias de muerte. Franco las firmaba mientras desayunaba. Barack Obama preside una comisión con la que repasa y decide a partir de las fichas, foto y biografía, sobre los candidatos a la pena capital. (...)
Las cifras sobre ejecuciones extrajudiciales, que afectan sobre todo a las regiones tribales de Pakistán fronterizas con Afganistán, hablan por sí solas. En los últimos días de mayo y primeros de junio se han producido 27, entre las que se encuentran la del número dos de Al Qaeda, Abu Yahya al Libi. Si Bush ha pasado a la historia por su guerra preventiva en Irak, la legalización de la tortura, las entregas de terroristas a terceros países para ser interrogados o liquidados y la creación del campo de Guantánamo para mantener en detención indefinida a los sospechosos de terrorismo, Obama lo hará por su decidida liquidación de los caudillos de Al Qaeda y de centenares de sus militantes, menores de edad incluidos. (...)
En la recta final de su actual campaña para la reelección, los focos han iluminado de pronto la escena glacial y terrible de los martes de muerte en la Casa Blanca. Con la aparición de varios libros y reportajes sobre estas actuaciones ha quedado documentada la idea de un presidente al que no le importa aparecer como juez y a la vez verdugo de los terroristas. Todas estas informaciones en mitad de la carrera presidencial, cuando Obama ya se enfrenta directamente con el candidato republicano Mitt Romney, han sido interpretadas como gesticulación electoral para aparecer como alguien a quien no le tiembla el pulso al defender la seguridad de los estadounidenses. La propia Casa Blanca se ha visto obligada a salir al paso y a desmentir, no la información sobre los ataques con drones y las listas de ejecutables, pero sí la voluntad de exhibición de tales prácticas.
Para remachar y dar verosimilitud al mentís, el fiscal general Eric Holder ha nombrado a dos fiscales especiales con la misión de investigar las filtraciones sobre estas decisiones secretas de la Casa Blanca.
(...) basta con pensar en el retroceso de estas armas, es decir, en las consecuencias para quienes las utilizan, para percibir la oscura ambigüedad de la geografía bélica en la que nos estamos adentrando.