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Quentin Tarantino cabalga de nuevo en el spaguetti western

Cuando una de las grandes personalidades del cine actual como Quentin Tarantino se coloca detrás de una cámara, siempre es una noticia muy bien recibida. En diciembre se estrena su última película «Django Unchained» («Django desencadenado»), proyecto en el que ha dado rienda suelta a su amor declarado al spaguetti western y a su siempre admirado Sergio Leone.

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Koldo LANDALUZE |

La hilera de esclavos negros recorre una escenografía cambiante que alterna noche y día. Los vigilantes recorren esta ruta de polvo a caballo y sus presas arrastran los pies lastrados por cadenas. El tema «Ain't No Grave» de Johnny Cash acompaña estas escenas que podrían pertenecer a una película firmada por cualquier cineasta que se adentra en el imaginario del western, pero la cuestión cambia a los pocos segundos, en cuanto de entre la noche irrumpe un hombre que guía un carro para acercarse hasta uno de los esclavos.

Una bala se encarga de subvertir el tempo narrativo y, con el tema de James Brown «The Payback», quien se encuentra detrás de la cámara pone sobre la mesa sus cartas y nos descubre su sello personal en un vertiginoso montaje de balas, rostros conocidos, guiños cinéfilos y frases lapidarias. Quentin Tarantino cabalga de nuevo y lo hace en un subgénero al que siempre ha rendido un sentido homenaje, el spaguetti western, y a un maestro de maestros, Sergio Leone.

El esperado trailer de la nueva película de Tarantino, «Django Unchained», pretende aglutinar todos los elementos que tanto han seducido al autor de «Pulp Fiction» y, si en su anterior «Malditos bastardos» eran muy evidentes las reminiscencias de su amado Sergio Leone, en «Django Unchained» esta pasión cobra forma definitiva dentro de un envoltorio fílmico que, sin duda, hará las delicias de sus seguidores.

El propio Tarantino se ha encargado de afirmar que el título y el espíritu del filme nacieron de su admiración hacia las películas de Leone -«El bueno, el feo y el malo» y «Hasta que llegó su hora»-, «Django», de Sergio Corbucci -su protagonista Franco Nero también participa en el filme- y «Sukiyaki Western Django», del no menos explosivo Takeshi Miike en el que Tarantino ejercía labores de actor.

El western, según Tarantino

Para saber cuáles son las directrices de este proyecto, que será estrenado en el mes de diciembre, nada mejor que descubrirlas en el mensaje filtrado que intercambiaron IndireWire y la Universal Pictures tras ser leído el guión. Django es un esclavo liberado que, bajo la tutela de un cazarrecompensas alemán (interpretado por Christoph Waltz), se transforma en un recio cazarrecompensas. Tras asistir al personaje de Waltz en la eliminación de algunos tipos malos por dinero, es ayudado en buscar la pista de su esclava esposa para liberarla de un maldito dueño de plantaciones. ¡Y eso ni siquiera cubre la mitad de la historia!

La película aborda el racismo como rara vez se ha podido ver en una película de Hollywood. Aunque es 100 por ciento una película palomitera y de venganza, es puramente genial en la forma en que trata al maligno esclavizador. Pensad en lo que hizo con los nazis en «Inglorious» («Malditos bastardos») y tendréis el sentido de lo que está haciendo con los dueños de esclavos y capataces de esclavos en esta nueva historia.

Fiel a ese singular centrifugado de imágenes que tiene por cerebro, el insaciable cinéfago e infatigable orador que expuso un nuevo estilo creado a partir de todo tipo de retazos en apariencia imposibles, Tarantino siempre se las ha arreglado para mostrar algo nuevo en cada uno sus trabajos, pese a que orbita en los mismos temas una y otra vez: el género blaxploitation, la música disco, la ultraviolencia importada de Oriente, y la siempre saludable perversión de los géneros.

Vuelta de tuerca al western

En «Django Unchained», aporta una nueva vuelta de tuerca a un género -el western- que durante los últimos años se ha convertido en territorio abonado para cineastas-autores dotados de un estilo muy definido, y ha depositado en la trama y lo visual una de sus mayores obsesiones cinéfilas. En el trailer que ha sido recientemente liberado en internet, redescubrimos las constantes tarantinianas que pivotan alrededor de un esclavo (Jamie Foxx), quien es contactado por el cazarecompensas Dr. King Schultz -interpretado por aquel nazi que hizo las delicias del público en «Malditos Bastardos», Christoph Waltz-, en el Sur de Estados Unidos y antes de iniciarse la Guerra de Secesión, para que le ayude a buscar a unos asesinos, los hermanos Brittle, y así cobrar una suculenta recompensa. De esta manera, el recién reclutado Django logrará su libertad.

Pero una vez liberado de sus cadenas, Django se une a Schultz para iniciarse en el oficio de las armas con intención de seguir la pista de su compañera, Broomhilda (Kerry Washington), secuestrada por el temible dueño de una plantación de algodón, Calvin Candie (Leonardo DiCaprio).

El adelanto de 2,36 minutos muestra violencia, balas, un poco de sangre, sadismo, ironía y el tono burlón tan característico del autor de «Reservoir Dogs».

Érase una vez un cineasta...

A la hora de adentrarse en el imaginario tarantiniano resulta obligatorio mirar hacia atrás y descubrir el nacimiento de semejante criatura cinematográfica. El actor Steve Buscemi lo definió de esta manera: «Cuando vi «Pulp Fiction», con ese niño pequeño mirando una gran televisión, él solo en la habitación, con la tele como única amiga... Para mí, ese niño es el propio Quentin».

En las contadas ocasiones en las que su madre conseguía despegarle de la pantalla del televisor para que respirara aire no catódico, el destino casi siempre era una sala de cine en la que el niño podía ver películas en pantalla grande y de esta forma, a lo largo de su infancia, Quentin tuvo ocasión de ver aquellas películas que le marcarían para siempre: «Conocimiento carnal», de Mike Nichols, «Grupo salvaje», de Sam Peckinpah, o «Deliverance», de John Boorman.

Finalizada su etapa infantil y con su voracidad de celuloide en plena eclosión, tarantino viviría un nuevo y determinante episodio vital: su relación con el videoclub Video Archives de Manhattan Beach.

Retazos de celuloide

El futuro cineasta se convirtió en un insaciable devorador de películas y en el cliente más rentable de este mega-videoclub que contaba con una gigantesca pantalla panorámica. Un buen día, aceptó un puesto de empleado en dicho establecimiento a cambio de 4 dólares a la hora y las experiencias vividas en este local cimentarían su futuro dentro de la Industria.

Tras el mostrador de este videoclub, Quentin conoció a Roger Avary -consejero espiritual de Tarantino durante su primera etapa como guionista-. Estas dos extrañas criaturas se complementaban a la perfección y acabaron transformando el Video Archives en una especie de café bohemio poblado por los más diversos freaks aficionados al cine. Avary y Tarantino programaban ciclos de cine en el videoclub, dedicándolos a autores y cinematografías que pertenecían a rincones del planeta que muchos de sus clientes ni siquiera eran capaces de señalar en el mapa. De este modo, tuvieron lugar en el Video Archives ciclos dedicados a directores como Akira Kurosawa o Jean-Luc Godard, así como otros más peculiares, como el ciclo «películas en las que las mujeres golpean a sus maridos».

Paralelamente, el Video Archives era el punto de confluencia habitual de los cinéfagos más voraces, y no era raro que se escenificaran discusiones pontificadoras que giraban en torno a temas tan imposibles como surrealistas. Una de las discusiones más marcianas que tuvieron lugar en este videoclub de locos giró en torno al verdadero sentido que ocultaba la canción de Madonna «Like a Virgin», discusión que Quentin incorporaría posteriormente al guión de su ópera prima, «Reservoir Dogs». En cierta ocasión, el cineasta recordó de esta manera este determinante episodio vital-profesional: «Acabo siendo como mi universidad. No es que aprendiera mucho sobre películas mientras estuve allí. De hecho, si me contrataron fue precisamente porque era, ya sabes, un loco por el cine. Pero aquello me permitió dejar de trabajar para ganarme la vida. Trabajando en este sitio, podía pasarme todo el día hablando sobre cine y recomendando películas. Y me encontraba realmente cómodo, muy cómodo». Quentin se convirtió un poco en el crítico de cine local, ya que aprendió a valorar cada película por sí misma y a buscar el filme apropiado para cada momento: «Llegó un punto en el que los clientes, nada más entrar por la puerta me preguntaban `¿Qué me apetece ver hoy, Quentin?', y yo les aconsejaba, `Bien, por ejemplo, aquí tienes «Straight Time», con Dustin Hoffman, que es una de las mejores películas de cine negro de todos los tiempos».

Fusión de pasiones

Su pasión por el spaguetti western, la música de su idolatrado Ennio Morricone y las películas de Sergio Leone, se fusionan en «Django Unchained». Durante su primera etapa como cineasta, Tarantino se acercaba a los cámaras y les decía «Hazme un plano Leone» lo que se traducía en primerísimos e interminables planos que captaban la esencia del maestro italiano. Todo ello ha cobrado forma definitiva en uno de los proyectos más ansiados por un cineasta que, si fue capaz de acribillar al mismísimo Hitler, no podemos ni imaginar de lo que será capaz de mostrarnos en este su muy particular acercamiento a los esclavistas sureños.

Actores y actrices tarantinianos

A nadie se le escapa que uno de los elementos más inherentes al cine de Tarantino radica en sus repartos. Dotado de un ojo cinéfilo impecable, muchos de los actores o actrices que figuran en sus producciones jamás pasarían la criba de productores que nunca financiarían propuestas que incluyeran a actores y actrices cuya gloria ya pasó o que cimentaron su carrera en todo tipo de producciones de muy bajo presupuesto.

Actores como John Travolta, la musa del blaxploitation Pam Grier, Samuel L. Jackson, David Carradine o Robert Foster son algunos de estos casos en los que fue muy evidente el repunte de sus carreras de manera más o menos circunstancial.

«Django Unchained» no es ajena a este sello identitario y, además de contar con las presencias estelares de Jamie Fox, Leonardo DiCaprio o un Christoph Waltz que ha visto cómo su carrera daba un salto cualitativo tras su dinamitadora presencia en «Inglorius Bastards», en el reparto figuran además fieles como Samuel L. Jackson o actores eclipsados como un Franco Nero que quedó relegado al olvido tras su fugaz paso por Hollywood y su participación en spaguetti westerns, Kurt Russell -que repite con Tarantino tras «Death Proof»- o un Don Johnson que nunca ha alcanzado el gran éxito que logró en la pequeña pantalla con «Miami Vice». En este apartado sería injusto no citar a su musa y amor platónico declarado, Uma Thurman, la cual podría lucir nuevamente su letal katana en una tercera entrega de «Kill Bill». Pero esa, es otra historia. K.L.

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