Italia necesita ganar a Irlanda -Municipal de Poznan, 20.45, Cuatro- y esperar que en el otro encuentro del grupo no se produzca el 2-2 que ya en 2004 les dejó apeados del campeonato europeo cuando lo firmaron dos escuadras escandinavas, Suecia y Dinamarca.

El técnico transalpino, Césare Prandelli, no realizará grandes cambios en su once, debido al poco habitual rendimiento futbolístico de la Azzurra, con un juego posesivo y agradable para el espectador. Sí que medita llevar a cabo una variación en ataque, dada la irregularidad del díscolo Balotelli y las buenas prestaciones del goleador Di Natale, que ahora podría disponer de una oportunidad desde el inicio de la contienda.

Prandelli ha recuperado, además, al central Andrea Barzagli, lesionado para los dos primeros partidos, pero el buen papel de De Rossi -habitual centrocampista- en el eje de la defensa hace pensar que el preparador lombardo no realizará ninguna modificación en dicha línea.

A Irlanda, por su parte, solo le queda la motivación de salvar su orgullo tras haber conquistado el dudoso honor de ser el primer equipo eliminado del torneo. A la revolución que en un principio parecía haber pensado su míster, Giovanni Trapattoni, para este envite, le ha sucedido un replanteamiento para evitar suspicacias de España y Croacia.

Así, de los hasta seis cambios que había previsto inicialmente, es muy posible que todo ello se quede en uno, donde podría tener cabida la joven perla James McClean. En la selección irlandesa, donde el entrenador italiano ya ha anunciado que le gustaría seguir hasta el próximo Mundial, se vislumbran aires de relevo generacional para la cita en Brasil.