El mes de junio de 2011 resultó particularmente agitado para Pablo Laso. Por un lado, renovaba por dos temporadas más al frente de San Sebastián Gipuzkoa Basket. El entonces presidente del club donostiarra Gorka Ramoneda afirmaba sin dudar que «Pablo es el entrenador ideal para este equipo».

Pero el Real Madrid, tras la salida a la francesa de Ettore Messina y Lele Molin, necesitaba un entrenador, y desde la «casa blanca» pensaron en el técnico gasteiztarra. Tras unas rápidas negociaciones, justo cuando GBC celebraba su primer aniversario de existencia, Laso firmaba por el Real Madrid.

«Voy a una gran entidad que ha apostado por mí, desde el presidente Florentino Pérez, con la idea de mejorar la sección. Es un gran reto y una gran responsabilidad», declaró un emocionado Pablo Laso en la rueda de prensa de despedida del 22 de junio. «Aquí me he sentido como en casa, ha sido un aprendizaje continuo y me voy como mejor persona», añadía el preparador alavés.

Un aprendizaje continuo que devolvía a Pablo Laso a un banquillo difícil, después de su infructuoso debut en la ACB en el Pamesa Valencia en la temporada 2004/05 que finalizaría con su destitución allá por marzo de 2005. Con más calma, el gasteiztarra se haría cargo del Lobos Cantabria de la LEB, para tomar las riendas de Gipuzkoa Basket en la campaña 2007/08, ascender a la ACB y consolidar a los donostiarras en la élite hasta la campaña 2010/11, mucho más formado.

Adaptando su estilo

El debut de Pablo Laso en un partido oficial al frente del Real Madrid fue en Bilbo, en las semifinales de la Supercopa, el pasado 30 de septiembre. Derrota contra el Barcelona por 74-70, en un partido en el que los de Pablo Laso jugaron sin Rudy Fernández ni Sérge Ibaka -fichados durante el lockout de la NBA-, pero estuvieron muy cerca de ganar, llegando a tener hasta ocho puntos de renta, 46-54, y entrando a los cinco últimos minutos del partido por delante. Sin embargo, no lograron rematar, en una especie de metáfora de lo que sería el final de campaña.

Laso hacía de la necesidad virtud y compensaba la salida de Prigioni hacia Gasteiz devolviendo a Sergi Llull al puesto de base, y otorgaba galones al recién fichado Jaycee Carroll como escolta tirador, sobre todo tras el regreso de Rudy Fernández a la NBA. Mientras, el juego madridista destacaba por buscar la alegría anotadora -máximo anotador de la Liga regular, con 83,21 puntos por partido- y la transición, con Llull y Sergio Rodríguez buscando correr, y aprovechando la movilidad de Velickovic y los recursos de Mirotic. Con la llegada de Singler en noviembre, mejoraba el puesto de alero junto a Suárez, mientras que repartía los minutos entre los pívots Begic, Reyes y Tomic.

En Madrid hasta 2014

El punto más bajo y el más alto le llegaría en febrero. En el Top 16 de la Euroliga la paliza en casa ante Montepaschi Siena (69-88) y, sobre todo, el bofetón en Miribilla ante Bilbao Basket (93-69), suponían quedar fuera de los cuartos de final. Sin embargo, la escuadra madrileña se tomaría el desquite ganando la Copa, por primera vez en 19 años. Bajo la batuta de Llull, el Real Madrid se impondría en la final a un desconocido Barcelona en el Palau Sant Jordi (74-91). Aparte de la exhibición del jugador de Mahón, la explosión final de Carroll resultó clave, superando el rácano planteamiento de Pascual.

La Liga regular acabaría con el Real Madrid en segunda posición, con 26 victorias, a tres triunfos del Barcelona. En cuartos de final superaría por 2-0 al Banca Cívica, mientras que en unas sensacionales series de semifinales superaría por 3-2 al Baskonia gracias a la «resurrección» del Chacho Rodríguez y Velickovic. Era la primera final madridista de la Liga ACB desde 2007.

Y, en la final, Laso rozó el doblete. Dejaría escapar un 43-60 el primer partido, y después de poner la final 1-2 a su favor, desaprovecharía la ventaja de campo para rematar en el cuarto envite. En el desempate, la lucha no evitaría la victoria culé, pero sí supondría el reconocimiento al trabajo de Laso. Ahora, según la web «sportando.net», está a punto de firmar una extensión de su contrato hasta 2014. Laso llegaba como «entrenador de perfil bajo», y casi logra el doblete. Si en la «casa blanca» no se vuelven locos, Laso podría traerles pingües beneficios.