La gran movilización popular en la que se convirtieron los actos conmemorativos del quinto centenario de la conquista militar de Nafarroa ha debido escocer, y mucho, a aquellas y aquellos que se declaran «navarristas» y que no son sino españolistas camuflados. No se entendería, si no, que en «El Mundo» le dedicaran ayer al diputado de UPN Carlos Salvador la sección P&R para que intentara negar la evidencia. Para empezar, la entradilla de la entrevista anunciaba el tono de la misma: «UPN sentenció ayer el `fracaso' de la campaña Navarra 1512, cuyo acto principal tuvo lugar en Pamplona el sábado con una marcha nacional que reunió a más de 10.000 personas, encabezadas por reconocidos dirigentes de la izquierda abertzale. Según el diputado Carlos Salvador, se trató de un `episodio más del proceso de exclusión diseñado por ETA, ahora disfrazado de navarrismo y de fiesta popular, que no tuvo más adhesiones que las del entorno radical'». Como las declaraciones de Salvador se descalifican por sí mismas, a servidora lo que más le llama la atención es que la periodista diga que en Iruñea se reunieron diez mil personas, cuando «El Mundo» publicó el domingo, citando fuentes policiales, que hubo 15.000. ¿Será que la Policía española está a favor de la soberanía navarra? Diría que no... Por cierto, allí nos juntamos más de 20.000.

Tras este párrafo ilustrativo, Salvador intenta colar la versión oficial de ese episodio histórico, que ya no se la cree ni el Tato. Así, entre otras perlas, cuando le preguntan si la conquista militar fue «cruenta», el diputado responde lo siguiente: «Luis Correa, cronista y testigo de la entrada del ejército del duque de Alba, narra la incruenta rendición de la ciudad de Pamplona, tras la salida de sus reyes, el 24 de julio de 1512, cinco días después de cruzar la frontera». Y agrega el pájaro: «Pese a la resistencia de tierras roncalesas y del sur, la conquista culmina en mes y medio. El cuatro de octubre el rey Fernando jura en Tudela los fueros». Le falta añadir al de UPN, que el tal Correa fue biógrafo del duque de Alba y que entró en Nafarroa acompañando a las tropas castellanas, vamos, como un periodista «empotrado» de hoy en día. Hay que tener mucho morro para decir que la conquista fue «incruenta».