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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Otaola ya piensa en la independencia

Como era previsible, la marejada producida por la legalización de Sortu no ha amainado, y ayer eran también muchos los columnistas que hablaban del tema. Y en ese bosque de comentarios, sobre todo críticos con el fallo, nos encontramos con una vieja conocida, Regina Otaola, que en «Libertaddigital» se preguntaba: «Si hoy Sortu, ¿mañana la independencia?». Quien fuera la alcaldesa con menos apoyo popular de Europa comenzaba explicando su estado de ánimo: «Ante el hecho consumado de una `legalización anunciada' me siento aun más traicionada, si cabe, como demócrata, como ciudadana española y como ex-cargo público del PP en el País Vasco». Tomen nota de que dice «más», vamos, que lo de la traición le viene de antes.

A continuación, hace un ejercicio de humildad y admite su ignorancia en materia de Derecho: «Esta sentencia es el colofón de un sinsentido porque no puedo entender, se pongan como se pongan, que un TC, supremo interprete de la Constitución española, pueda afirmar con total impunidad que el partido de ETA-Batasuna cuenta con todas las bendiciones de la Ley suprema». Será porque ese partido cumple todas las condiciones de la ley que ella califica como suprema, pero que me da que tampoco aprecia mucho. Diría que es más de la «Ley suprema» anterior...

Dicho esto, Otaola entra en el meollo de la cuestión que le preocupa: «Lo importante para mí es que se pueda dar paso en un Estado de Derecho a una banda terrorista disfrazada de corderito pacifista. Si en nuestra Constitución, si en nuestra Democracia, cabe semejante desatino es que algo funciona rematadamente mal y deberíamos exigir su arreglo. Porque, si ahora es Sortu, ¿quién nos asegura que dentro de un tiempo no será la independencia? Puestos a hacer interpretaciones como las de ayer, los Sortu de turno seguirán en su lucha hasta conseguir el precio final». Siento confirmarle que, efectivamente, Sortu y los futuros sortzailes tienen intención de seguir trabajando por su objetivo independentista. Y al final, suena su desconsolada conclusión: «si ETA-Batasuna gana, sus víctimas pierden. Si las víctimas pierden, el Estado de Derecho pierde, España pierde». No entiende -¿o sí?- que quien gana es la democracia.

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