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Legazpi recupera la ikurriña de hace 80 años para celebrar las expectativas actuales

Legazpi celebró el sábado el 80. aniversario de la primera izada de la ikurriña, en un sencillo acto que contó con dantzaris, bertsolaris y txalapartaris y con el objetivo de remarcar las esperanzas del momento actual.

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GARA | LEGAZPI

Legazpi, Gipuzkoa y Euskal Herria han cambiado mucho en ochenta años. Muchísimo. Pero la historia, caprichosa como ninguna, quiso que los habitantes de este pueblo guipuzcoano fueran transportados en el tiempo ocho décadas mediante el simbólico hilo conector de la ikurriña.

Y es que un caluroso día de verano de 1932, en los primeros años de una república española en la que muchos vascos tenían depositados ciertos deseos y esperanzas, la ikurriña era izada en la balconada del Ayuntamiento de Legazpi.

Ochenta años después, cuando la ilusión de un futuro libre y en paz vuelve a recorrer las calles del país, el Consistorio de la localidad brindó en la tarde de anteayer un sentido homenaje a la enseña nacional y a los que en su día tuvieron la valentía de izarla.

Una bandera generacional

Familiares de los miembros de aquella corporación municipal fueron los encargados de portar la ikurriña durante el homenaje. En cierto sentido, permitió que Daniel Aranguren, Cayetano Elorza, Abeliño Ziaran, Domingo Iñurritegi, Justo Urzelai y otros muchos volvieran a sentirse orgullosos de su bandera, aunque fuera a través de las nuevas generaciones.

Los citados representantes populares fueron los encargados de negociar y acordar la colocación de la ikurriña en el Ayuntamiento legazpiarra, rubricando el pacto el 4 de junio de 1932. La enseña sería finalmente izada dos meses después del acuerdo, el día de San Inazio.

Varios fueron los vecinos que, a eso de las 20.00 del sábado, se acercaron a contemplar la ceremonia, en la que también tomaron parte txalapartaris, dantzaris y bertsolaris, junto a las autoridades locales.

Los promotores de la iniciativa enmarcaron este homenaje en el nuevo tiempo político que vive Euskal Herria, similar a aquel lejano 1932, y a aquellas ansias de libertad que serían segadas por el franquismo cuatro años después.

Por ello, afirmaron que «llenos de esperanza y ilusión», el acto del sábado pretendía ser un «sincero homenaje» a la enseña, «y a todos los que, durante décadas sufrieron la represión y la cárcel por defender las ideas que representa la ikurriña».

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