Todos aquellos pasos que se den para que podamos seguir viviendo en paz, serán bienvenidos. No existe superioridad moral ninguna desde la que establecer un baremo de actitudes personales o colectivas más allá de las dictadas por la conciencia, las creencias o el seguimiento de consignas de cada cual. Todos los gestos cuentan. Todos podemos contribuir un poco más a que el proceso ni se detenga, ni se estanque, ni se corrompa. Existen todavía muchos escollos, muchas trampas en el camino, altibajos, renuncias, presiones, obstrucciones y toda una panoplia de estrategias para reventarlo todo. Así, que prudencia y al loro.

Pero lo que empieza a ser un escándalo es el espectáculo televisado que se está montado con las visitas de los afectados por las acciones de ETA, con los supuestos autores de las mismas. Se están produciendo con una meticulosidad horaria y de efemérides que no puede ser fruto de una espontaneidad, sino de un calendario prefijado por los responsables de instituciones penitenciarias, de acuerdo con los estrategas propagandísticos del ministerio de Interior, para ir impactando en la opinión pública y manteniendo el foco de atención en ETA como recurso para paliar desastres económicos u otros fenómenos de la torpeza del actual gobierno zombi y euro-dependiente.

Se puede pensar que los exmilitantes que se prestan a este juego lo hacen probablemente sin saber su utilización mediática. Y hasta se podría considerar que algunos de los familiares que han acudido lo hagan desde una convicción interna de que con ello ayudan a descargar de odios el proceso de normalización. Hasta ahí, concedemos el beneficio de la duda, pero lo que está claro es que algunos de estos encuentros, además de lo que tenga de decisión personal, incluso íntima, se han convertido en espectáculo televisivo. Un reality show político de muy poca ética. Han existido otros contactos directos, quizás más profundos, y no han salido en la tele. Los que salen es porque forman parte de un plan que de seguir en este tono va a cercenar este tipo de encuentros durante un tiempo. No todo puede ser espectáculo televisivo. Con cosas de tal sensibilidad, pudor ante todo.