Análisis | tomar la delantera a la crisis
Blindar Euskadi
La necesidad de asegurar la industria frente a los recursos financieros es el eje del análisis que necesita que la capacidad tractora de este país se mantenga intacta. Para ello, creen que es necesario presumir menos, pero actuar más y con más cabeza. Seamos serios. Dejemos de presumir de lo que han hecho los que han sacado este país adelante hasta ahora con su trabajo y su ahorro. Y defendamos con más seriedad y rigor lo que nos toca defender.
EKAI Center
No es una reivindicación nacionalista. Es simplemente parte de la estrategia que, a efectos del conjunto de Occidente, hemos defendido en Ekai Center desde el estallido de la crisis en 2007. Si queremos salvar a nuestros países, hay que blindar la economía real. Hay que blindar la industria, la agricultura y, en general, la economía productiva, evitando que sean arrolladas por las oleadas de derrumbes del crédito, desequilibrios monetarios y trasvases de recursos -con frecuencia denominados rescates- que la explosión del sector financiero ha producido y va a seguir produciendo.
Esto significa también aislar los reductos de economía real y protegerlos cueste lo que cueste del riesgo de desplome del sobreendeudamiento y también de las políticas públicas que, por unas razones u otras, están empeñadas en una estrategia continuada por detraer recursos de los sectores productivos con el fin de compensar pérdidas del sistema financiero.
Como es sabido, uno de esos reductos de economía real a proteger «a toda costa» es el País Vasco.
Sin demasiadas presunciones, hemos sido capaces de mantener el sector industrial, precisamente durante décadas en las que otros países y regiones se han volcado en el sector financiero e inmobiliario. Hemos mantenido un peso sustancial de la pequeña empresa y esto nos ha librado también en buena parte de la sobrefinanciación que en casi toda Europa padecen las grandes empresas.
En conjunto, hemos limitado el sobreendeudamiento de familias y empresas y ello nos coloca en una situación sensiblemente mejor que el conjunto de los países periféricos europeos a la hora de abordar la crisis financiera. Pero lo verdaderamente importante no es tanto cómo estábamos posicionados en el momento de estallar la crisis financiera.
La dimensión y gravedad de esta crisis exigen una vigilancia constante destinada a defender la economía real en sus distintas vertientes: hay que defender el empleo, las explotaciones agrícolas, las empresas industriales viables, los sectores, regiones y países con capacidad productiva, etc.
Como decimos, no se trata de una reivindicación nacionalista, sino de lo que cualquier ciudadano u organización con sentido cívico y compromiso ético debe asumir como un reto fundamental en el momento actual. Y, desde luego, no es una estrategia reñida con el concepto de solidaridad. Especialmente cuando vemos cómo la palabra solidaridad se viene utilizando una y otra vez durante los últimos años para justificar políticas «solidarias» que, curiosamente, siempre terminan, de una u otra forma, en mayores aportaciones de recursos al sector financiero.
Evidentemente, hay que blindar Euskadi, fundamentalmente, no frente a los ciudadanos de otros ámbitos geográficos, sino frente a los altísimos riesgos de que lo que está sucediendo con el sector financiero acabe destruyendo también nuestro sector productivo si no se ponen en marcha las necesarias estrategias de choque que una situación como la actual requiere.
Establecer este objetivo como base esencial de nuestras políticas anti-crisis es, en nuestra opinión, una necesidad evidente. Sin embargo, no debe serlo tanto si tenemos en cuenta algunas de las actuaciones desarrolladas en este país durante los últimos años.
En primer lugar, la más llamativa, la estrategia de «disolución» de la base financiera del país desarrollada por los directivos de Kutxabank. Y, sobre todo, el hecho de que nuestros dirigentes políticos no hayan desactivado esta estrategia de forma inmediata y rotunda.
Junto al mantenimiento del sector industrial, la salud de nuestro sistema financiero es lo más llamativo en cualquier análisis macroeconómico del País Vasco. Es el resultado de décadas de alimentar los sectores productivos y de evitar el sobreendeudamiento.
Pocas cosas puede haber más sorprendentes en lo que está sucediendo estos años que esta incomprensible estrategia de KutxaBank. En el momento en que los bancos franceses, alemanes, americanos, huyen de invertir en el sector financiero español por todos los medios, una entidad financiera bien posicionada en origen como KutxaBank, que además constituye los cimientos del sistema financiero y de la propia economía vasca, se sumerge en una estrategia de disolución de su patrimonio y de su solvencia a través de la adquisición de entidades de solvencia y viabilidad más que dudosa en otros entornos geográficos.
Kutxabank rompe así con su tradicional vocación de servicio al tejido socio-económico del entorno y pone en gravísimo riesgo el patrimonio acumulado durante tantos años de trabajo y ahorro. Y, con él, el futuro de nuestro sistema financiero y de la propia economía vasca.
El que esta estrategia no haya sido aún rectificada indica, en nuestra opinión, que algo muy grave está pasando en el liderazgo de la economía -y de las instituciones- en este país.
Digámoslo claramente: la economía vasca no sólo no se está blindando ante la crisis sino que, al contrario, a través de estas estrategias, se está poniendo en gravísimo riesgo de disolución de forma voluntaria y gratuita. Las responsabilidades son evidentes.
Una vez más: Seamos serios. Dejemos de presumir de lo que han hecho los que han sacado este país adelante hasta ahora, con su trabajo y su ahorro. Y defendamos con más seriedad y rigor lo que nos toca defender.
Blindar Euskadi significa blindar nuestra industria poniendo todos los recursos posibles -humanos y financieros- del sistema financiero a disposición de las necesidades de corto plazo y de los proyectos viables de nuestras empresas. Y esto tampoco se está haciendo.
Blindar Euskadi significa abordar las reformas estructurales que nuestros sistemas de formación y de innovación necesitan para permitir a nuestros sectores productivos dar el salto tecnológico imprescindible para superar el altísimo riesgo de ver su mercado reducido por la competencia de los países emergentes.
Blindar Euskadi no es mantener el gasto en innovación tecnológica sino dar un auténtico salto presupuestario a corto plazo, acompañado lógicamente de las medidas estructurales que deben asegurar la adecuada absorción por el sector industrial de estos esfuerzos públicos.
Blindar Euskadi significa, por lo tanto, presumir menos de lo que las generaciones anteriores nos han dado y ser conscientes de lo que tenemos que hacer a muy corto plazo para no echar por tierra tantos años de esfuerzos de tantas personas.