final del manomanista
De maduración perfecta
«Lo importante es estar bien ese día y en el momento del partido». Esa frase tantas veces repetida por Aimar Olaizola en las previas de las finales parece un tópico al que recurrir para salir del apuro, pero es el verdadero secreto de la nueva gesta del goizuetarra. Sabía que para ganar esta txapela tenía que estar perfecto y si no lo estuvo, estuvo muy cerca de esa perfección.
OLAIZOLA II 22
MTNEZ DE IRUJO 7
Jon ORMAZABAL
Aimar Olaizola, junto a todos sus compañeros de Asegarce, pasó dos de los días previos a esta final Manomanista entre los viñedos de Guardia donde, entre otras muchas cosas, disfrutaron de los ricos caldos que elaboran en Arabar Errioxa. Miles de años de tradición, acompañados y mejorados con las últimas tecnologías, hacen que cada uno de estos vinos, al menos los de mejor calidad, sean lanzados al mercado en su mejor momento de maduración, pero ya quisieran los más prestigiosos bodegueros conocer el secreto de Aimar Olaizola para estar siempre en el estado adecuado a lo que la situación requiere.
Mucho se había hablado en la previa de que la de esta edición era la final más abierta e igualada de los últimos tiempos, que el que quisiera llevarse la txapela a casa debía estar muy cerca de la perfección y, con todos los problemas, dudas y demás comentarios surgidos en torno a esos problemas en su brazo derecho que, según comentó ayer, estuvieron a punto de hacerle renunciar al campeonato a pocos días de jugar ante Julen Retegi en cuartos de final, el pelotari de Goizueta supo dar su mejor versión cuando la situación más lo requería.
Parecía difícil, casi imposible, mejorar la versión que le sirvió para ningunear a todo un Oinatz Bengoetxea en semifinales, más aún en una final y ante un rival tan cualificado, que además estaba para jugar, pero el de Asegarce lo consiguió.
Porque aunque le costó unos cuatro tantos entrar en juego, Martínez de Irujo tuvo su momento. Emulando en cierta manera la parte final de la final del año pasado, la que llevó a Xala conquistar su primera txapela, el de Ibero tuvo sus minutos de lujo, azotando a la pelota con las dos manos, estirando mucho la pelota e incluso arriesgando en momentos con gran efectividad.
El hielo apagó el fuego
Pero incluso en esos momentos de efusividad, en los que Martínez de Irujo es capaz de quemar a cualquiera, Aimar Olaizola mantuvo sin descomponerse. Pese a estar dominado en muchos momentos, el de Goizueta siguió exigiendo en cada pelotazo, vaciándose en defensa y obligando a su rival a mantener muy alto su nivel de exigencia.
A pesar de que el delantero de Aspe consiguió adelantarse 5-7, poco a poco, la frialdad del de Asegarce consiguió ir apagando la fogosidad de su rival. El de Ibero lograba aumentar su marcador, pero cada tanto le costaba media vida.
Como en cada gran cita, el aspecto sicológico también tuvo su peso en el partido y ahí, como siempre, salió ganando Olaizola II. Y es que, cuando parecía haber llevado el partido a su terreno, Martínez de Irujo se perdió en un detalle que, en condiciones normales no debía haber pasado a mayores.
Mejor imposible
Sin embargo, el obstáculo realmente infranqueable para el de Ibero fue un Aimar Olaizola que lo bordó hasta el punto de enganchar un parcial de 17-0 en el que terminó por desesperar a un rival que nunca había sumado menos de 18 tantos en un partido del Manomanista.
Una magnífica contradejada desde el ancho para poner fin a un tanto durísimo devolvió la iniciativa a un Aimar Olaizola que a partir de ese instante lo bordó. Como debe ser en el mano a mano, comenzó su dominio en el saque, dándole una gran dirección y creando dudas en su rival, que sabía tenía que entrar de aire pero que no encontraba el hueco.
Consiguió un total de siete tantos con la jugada inicial, pero también estuvo brillante en el resto de las facetas del juego. Porque también en el peloteo obligó Aimar Olaizola a Juan Martínez de Irujo a pelearse con las publicidades que adornaban la pared izquierda del Bizkaia. A base de darle dirección y altura a la pelota, el de Asegarce fue desconectando a un rival que se sentía preso contra la pared y se sentía incapaz de encontrar la fórmula de quitarse de encima a ese incomodísimo rival que, con los pies colocados en el cuatro, marcó el ritmo y esperaba a que Irujo terminara cayendo.
Y lo hizo, porque de ver que los sotamanos que debían ser de defensa se convertían en jugadas de ataque, que la defensa del de Goizueta no solo no mermaba sino que cada vez era más efectiva, y todo ello sin perder ni un ápice de la capacidad de terminar los tantos con ese juego de aire tan letal y sin cometer un solo error, Martínez de Irujo comenzó a ser consciente de que no había nada que hacer.
Reconocer la superioridad de un rival en momento de gracia, felicitarle y asumir su inferioridad, al menos en la tarde de ayer -cosas todas ellas que el de Ibero realizó con total corrección en cuanto terminó el partido- hubiera sido quizá lo lógico y lo más correcto, pero un Juan Martínez de Irujo que como él mismo reconoció, estando bien, nunca se había sentido tan inferior, lo pagó con una silla, en un gesto que solo puede ser entendido desde la impotencia de un ganador que no veía la forma de detener el sometimiento al que se estaba viendo sometido.
La patada, como el gesto de lanzar la tarjeta negra que le mostraron a la cancha, sobraron, pero no pueden distraer la atención sobre lo realmente importante en el día de ayer, la exhibición de un Aimar Olaizola que, una vez más, supo estar en su mejor momento en el instante más oportuno.
Dos grandes nombres en esto del Manomanista vieron ayer en directo -Patxi Eugi desde la posición de botillero de su rival y el eibartarra Miguel Gallastegi desde la grada- cómo Aimar Olaizola les igualaba en el palmarés de la competición al conseguir el de Goizueta su tercera txapela en toda la cancha.
Pero además, con su victoria ayer en el Bizkaia de Bilbo, el delantero de Asegarce se convirtió, con diez, en el pelotari en activo más laureado, al superar a su rival de ayer, Juan Martínez Irujo, en el número de txapelas de primera categoría.
La final de ayer rompió el empate que había entre ambos y confirmó a Olaizola II como uno de los pelotaris más completos de la historia. Y es que, nunca ha sido el mano a mano en toda la cancha la modalidad en la que más a gusto se ha desenvuelto el de Goizueta, pero con el título de ayer, ha dejado ya atrás a nombres como los de Arriaran II, Ogeta, Bengoetxea III, García Ariño I, Atano X, Lajos, Ladis Galarza y Fernando Arretxe, que cuentan con dos txapelas y además son ya siete las finales disputadas, lo que da muestra de su regularidad.
Con posibilidades más que reales, por edad y por juego, de aumentar su palmarés, las cifras de Aimar Olaizola le reservan un hueco entre los más grandes de la historia de este deporte, ya que el delantero de Goizueta cuenta con tres títulos manomanistas (2005, 2007 y 2012), cinco del Cuatro y Medio (2002, 2004, 2005, 2008 y 2011) -donde es el mejor especialista- y dos del Parejas (2008 y 2011). J.O.