CRíTICA: «Tengo ganas de ti»
Las chicas piden este verano un «mocciatto» con hielo
Mikel INTSAUSTI
No puedo evitar sentirme contagiado por las crónicas paradeportivas que estos días se preguntan si los italianos se parecen a los españoles. No sé si en lo futbolístico fue antes la gallina o el huevo, pero la taquilla del cine español está en deuda con la novelística del país transalpino, y más en concreto con la de Federico Moccia. El balance final del 2010 lo salvó «in extremis» la película «3 metros sobre el cielo», y todo apunta a que los números del 2012 van a depender de la recaudación de su continuación «Tengo ganas de ti». A juzgar por las largas colas de quinceañeras que había todavía el otro día, con un tiempo estupendo en la calle, para ver de nuevo a Mario Casas en el papel de Hache, no me cabe duda de que el objetivo comercial está más que conseguido.
Si las jovencitas salen contentas del cine, tras dos horas extasiadas ante su ídolo del momento, poco queda por decir para los que pintamos canas. Simplemente dejaré constancia de la extrañeza que me produce la vuelta de un romanticismo tan trasnochado, que se remonta al prototipo masculino de James Dean en los años 50, con la única diferencia de que Mario Casas se quita muchas más veces la camiseta. Las escenas de sexo también son más explícitas, junto con las que se refieren al consumo de sustancias prohibidas entre menores. Pero aún y todo, esta secuela abunda en situaciones melodramáticas de lo más folletinesco, y ahí entran las relativas a la familia burguesa de Babi, sacudida moralmente por el prematuro y accidental embarazo de su hermana pequeña.
Y de lo anacrónico de los personajes y su comportamiento deriva la escasa credibilidad del conjunto, al que no le basta con la técnicamente pulida fotografía de Xavi Giménez a la hora de encajar en la realidad actual. Falla el guión adaptado de Ramón Salazar, desaparecido como realizador a raíz de la mala acogida a su musical surrealista «20 centímetros», que parece extenderse a los momentos en que Gin canta, porque la tercera en discordia es de armas tomar y practica cualquier actividad de riesgo. La mayor presencia de Clara Lago sobre la de su rival María Valverde agrada, si bien ninguna desplaza al machito de la chupa de cuero.