Fuera de cacho. Lo de ayer es historia, pero a la vez noticia. Lo de mañana es vaticinio, bola de cristal, cartas o fe. Las teles por las noches cosechan unas cuantas docenas de individuos dedicados a engañar al prójimo. Predicen lo obvio. Son programas que captan almas perdidas. Los que llaman, sean reales o ficticios, piden futuro y les dan una factura de teléfono recargada. Cuando no llama nadie, existen miembros del equipo (quizás sea mejor llamarles banda) dispuestos a mantener la malísima puesta en escena. Estas supercherías nocturnas se cruzan con las diurnas, las que prometen un más allá glorioso. La vida retocada por la creencia en factores externos.

Las celebraciones del orgullo gay se han convertido en un género televisivo. Las cabalgatas se tornan manifestaciones multicolores. El Tribunal Constitucional acude al botellón para echar amargante a las combinaciones festivas y vindicativas. ¿Se atreverá a ilegalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo como propone el PP? Todo puede ser. La vuelta atrás se está practicando de manera científica. Vuelven las reválidas al currículum escolar. La sanidad será para unos más universal que para otros. Suben las tarifas de la luz y el gas. La televisión pública se privatiza y se hace de partido, doctrinal, aberrante.

No hay que fijarse solamente en los nombramientos en los informativos, una plaga que se combate con el único medio eficaz: el mando a distancia, sino que en La 2, esa isla, se va a emitir en este verano la serie «Curro Jiménez», íntegra, que es una buena manera de iniciar un retorno ideológico a la transición inacabada, al espíritu de la Moncloa, a un tipo de serie épica, con amplios repartos, escenarios naturales y guionistas y directores diversos. Algo que fue un hito, pero que ahora es solamente museo. Por muy retocada, coloreada, limpia de sonido que se ofrezca. Que se vea así como algo del pasado, no vaya a ser que se entienda como algo de hoy. Por cierto la famosa serie americana «Dallas», ha terminado una temporada exitosa de su nueva etapa, con grabaciones nuevas, y va para la segunda. Todo vuelve. Menos el pelo que se va por el desagüe.