Perlas centenarias
Los sombreros de fieltro, la decoración afrancesada y los primeros ritmos del charlestón eran elementos indispensables de la «Belle epoque», que atravesaron la capital guipuzcoana dejándonos vestigios hasta hoy. Este año Donostia suma 500 años entre cinco equipamientos que acompañaron a la alta nobleza en su máximo esplendor.
La capital guipuzcoana debe demostrar que merece ser la Capital de la Cultura Europea y qué mejor manera de hacerlo que eneñando a sus visitantes o locales sus lugares emblemáticos e históricos. El teatro Victoria Eugenia, el hotel María Cristina, la antigua parada del Topo, la bahía de la Concha y el centro de talasoterapia la Perla, así como el monte Igeldo y su funicular cumplen cien años. Por eso, estos serán días de celebraciones. La primera en hacerlo será la Perla: hoy precisamente hace cien años que se inauguró y se conmemorará con una cena en la que se servirá el mismo menú que en aquella cena inaugural, con doce platos de lo más jugosos (y una carta escrita en riguroso francés). Por su parte, el hotel María Cristina reabre sus puertas el miércoles después de su renovación integral, con el acto de corte de cinta del alcalde Juan Karlos Izagirre.
Pero echemos la vista atrás. La conversión de Donostia a tal y como la conocemos tuvo lugar en 1912 por iniciativa de la alta burguesía que veraneaba en la capital. Ya en 1845 la reina Isabel II comenzó a visitar la Concha por recomendación de su medico de cabecera con intención de tratar un herpes. A ella le siguieron las monarcas María Cristina y Victoria Eugenia, que pusieron de moda la ciudad entre la aristocracia.
Así, el selecto Club Cantábrico de nobles, fundado en 1891, decidió que Donostia necesitaba unos equipamientos adecuados para sus veraneantes. El alcalde Marino Tabuyo cedió sus terrenos para construir lo que se necesitara para que se sintieran cómodos con la única condición de que fueran proyectos ambiciosos. De esta manera, se le encargaron los planos del hotel María Cristina y del teatro Victoria Eugenia al arquitecto Charles F. Mewes para que tuviera más prestigio, aunque en realidad quien dirigió las obras fue el arquitecto municipal Francisco Urkiola.
Donde hoy se levantan estos dos edificios, claves en el Zinemaldia, una de las citas con mayor proyección cultural para Euskal Herria, solo había una explanada con jardines. En el centro estaba la plaza Okendo y la estatua de su general la coronaba, exactamente igual que ahora. No demasiado lejos, al lado del actual edificio de la Diputación de Gipuzkoa, estaba la estación del Ferrocarril de la Frontera, llamado así porque unía Donostia con Irun, y más tarde con Hendaia. Sin embargo, el nombre por el que todos lo conocían era «el Topo», ya que hacía un 20% de su recorrido por los túneles. El tren constaba de varios vagones con capacidad para 36 personas y también para transportar la mercancía que los baserritarras llevaban al mercado. El medio de transporte se hizo tan popular que fue necesario construir una estación en Amara, ya que la antigua no constaba con un edificio, simplemente pasaban las vías. Con esta mejora, «el Topo» unificó sus servicios con el tren de vía estrecha dirección Bilbo y Zarautz.
Un baño de lujo en La Concha
Sin duda, el cambio más llamativo de Donostia es el que sufrió la bahía de la Concha. Antes de 1912, donde hoy está Alderdi Eder había un terreno sin edificar con una montaña de tierra, llamada «el monte ruso», en medio. Este evitaba que los aires del mar se penetraran en la ciudad. Junto a él se erigía una escultura dedicada al centenario de 1812, que fue trasladada a Amara.
En la playa había un campamento militar que se llevó a Ondarreta poco después de la inauguración del paseo de la Concha. Mientras la alta nobleza se bañaba en las aguas del Cantábrico, el Ayuntamiento firmaba una autorización para reconstruir la zona y le adjudicaba el proyecto a Juan Alday, que fue quién diseñó la famosa barandilla de la Concha. La razón no era otra que la necesidad de los veraneantes de disfrutar de la playa en condiciones. La arena estaba abarrotada de carromatos tirados por bueyes, ya que no estaba permitido cambiarse de ropa en público. Así, la gente se acercaba hasta el agua, se bañaba y volvía a su carro.
Incluso la casa real tenía su propia caseta de madera, que se movía hacia la orilla por unos raíles y con una locomotora a vapor. Además, disponían de un primer balneario llamado «el Perlón», también de madera, para la reina Victoria Eugenia y su hijo, el infante Alfonso XIII.
Los edificios de madera se estropeaban rápido, los carromatos ocupaban demasiado sitio y los bueyes ensuciaban la playa. La creación de un paseo perdurable era vital para que todos pudieran disfrutar del mar. El arquitecto Alday construyó un paseo que eliminó «el monte ruso», porque restaba vistas a las casas y también porque se había convertido en un lugar frecuentado por las parejas. La caseta real se edificó en mármol, y «el Perlón» pasó a ser «la Perla del Océano», inaugurada un día como hoy hace cien años. La Perla servía tanto de servicios para los nobles y aristócratas como vestuarios, y se consiguió retirar todas las casetas de la playa, dando inicio al servicio de carpas, toldos y sombrillas.
El balneario contaba con las instalaciones más modernas de Europa y además de duchas frías y calientes, tenía baños turcos, peluquería, salón de baile y restaurante. Con el tiempo, los precios bajaron en función de los servicios prestados para que incluso el pueblo llano pudiera disfrutar del mar y como respuesta a los problemas de higiene de la población. Desde entonces el balneario y las salas que en aquel entonces le pertenecían han ido evolucionando y adaptandose a las necesidades actuales, pero casualmente han mantenido el espíritu inicial: donde había tres restaurantes ahora hay uno, el balneario es un centro de talasoterapia y gimnasio, y hasta el salón de baile sigue sirviendo para el mismo fin, dando cabida a la discoteca Bataplan.
Emperadores de la «Belle Epoque»
Otro de los iconos de Donostia es el monte Igeldo o «Txubillo», tal y como se le conocía entonces. Todo lo que lo hace famoso -el torreón, el funicular y el parque de atracciones- se construyó por iniciativa de un grupo de veraneantes navarros que fundó la Sociedad Monte Igeldo. La sociedad compró los terrenos de los caseríos del monte y proyectó un parque en lo alto parecido a los que ya existían en Martutene y Ulia. Para subir construyeron un funicular y decidieron aprovechar el antiguo faro en desuso para fundar una torre almenada como atractivo turístico y donde situaron un mirador, un restaurante, un salón de baile y un casino.
Aun hoy, el traqueteo de ese antiguo tren nos lleva a disfrutar de una de las panorámicas más bonitas de la ciudad. A partir de hoy miraremos la bahía de la Concha, desde ahí arriba, con los ojos del que sabe que lo que hay a sus pies ha hecho historia.
Zarauzko Cristobal Balenciaga Museoak bere erakusketa berritu zuen ekainaren erdialdean, udarekin bat datorren gaiarekin: bainujantziak.
Irailak 23ra arte izango dira ikusgai ehun urteren bueltan hondartzan ikusi diren modeloak, Kontxako badia berritu zutenean erabiltzen zirenetatik hasita eta egungo marka ospetsuenek diseinatzen dituzten bikini modernoetan amaituta.
Erakusketan argi ikus daitezke eboluzio estetikoa zein teknikoa, jostun adituek bereziki museoari utzitako pieza original eta baliotsuei esker. N.B.
Donostiako Turismo Bulegoak hiru bisita gidatu jarriko ditu martxan uda honetan. Alde batetik, «Donostia 100 urte» izeneko ibilbideak aurten mende bat betetzen duten bost ekipamenduak ezagutzeko aukera emango du. Bisita oinez egingo da eta Victoria Eugenia antzokia barnetik ikusteko aukera ematen du. Maria Cristina hotelaren harrera ere bisitatuko da, uztailaren 4an berriro irekiko baititu ateak. Bisitaldia La Perla talasoterapia zentroaren kanpoaldean amaitzen da, Igeldora begira, Diputazioaren eraikinaren ondotik pasatu eta gero. Ibilbide hau egiteko aukera izango da uztailaren 13an, abuztuaren 10ean eta irailaren 14an, arratsaldeko bost eta erdietan. Gainera, bisitaldi bereziak izango dira urriaren 6an 11.00etan, 12.30ean, 16.00etan eta 17.30ean. Turismo bulegoak, gainera, entrenatzaile profesional batek lagundurik, korrika edo bizikletaz, gidari iaio baten laguntzaz egindako bisitaldiak proposatzen ditu udarako. Ohiko bisitak ere egingo dituzte, hau da, «Donostia funtsezkoa» deiturikoa, «Zine-hiria» Zinemaldiari buruzkoa eta «Zaporeka», hiriaren gastronomia goraipatzen duena. N.B.