La desapacible tarde del sábado provocó variaciones espaciales, cambios de horarios en la programación de Lekuz Leku, reagrupamiento bajo los puentes, una gran metáfora, para disfrutar de un programa con muchas más alternativas estéticas que en la jornada inaugural. Volvimos a ver «Así y restar», una idea de Begoña Krego desarrollada con sus bailarinas, que se nos vuelve a representar como una obra teatral donde predomina el lenguaje corporal, más que como una coreografía.

Desde Amsterdam, David Zambrano nos trajo un delicioso trabajo, una pieza breve, pero muy bien construida a partir de una buena música sacra, en donde muestra su capacidad para controlar la energía, para catapultar todo un mundo interiorizado a base de gestos que van de lo más minimalista a la expresión recargada y sobreactuada, y que se convierte en una magnífica manera de acercarse a otras estéticas de clara inspiración oriental que hace del ritual una comunión.

Los catalanes de Vero Cendoya utilizan la música en directo, que sirve de soporte anímico y guión emocional de «The Trup», un relato de interrelaciones, expresado en una especie de danza libre, que se va desarrollando en círculos concéntricos que acaban explosionando, abiertos, muy comunicativos.

Encerrados en su mundo, colocados para ser vistos por los cuatros lados, los mexicanos de Tumàka't, hacen en su pieza «Números irracionales» un juego danzando, una suerte de experiencia iniciática, con movimientos y planteamientos coreográficos sencillos, pero que se van reinventando un espacio, un lenguaje, que acaba siempre en la linealidad, las diagonales y la frontalidad revertida. Jóvenes danzantes, con muy buena disciplina técnica.

El viento, las circunstancias, el aparato utilizado, nos impidieron poder calibrar en su medida exacta «La pieza blanca» presentada por Janet Rühl, que con una suerte de alas compuestas por material de paracaídas, en blanco nuclear, que intenta crear un mundo lírico, en esta ocasión arruinado por las inclemencias climatológicas.