La fiesta en estado puro se hace dueña de la portugaluja Coscojales en honor de la Virgen de la Guía
La castiza calle Coscojales volvió a ser ayer durante unas horas la fiesta en estado puro, donde miles de jarrilleros y foráneos disfrutaron lo suyo en la tradicional bajada y el posterior canto a la Virgen de la Guía.
GARA | BILBO
La fiesta se adueñó un 1 de julio más de la calle Coscojales de Portugalete, desde el tradicional izado de los Dominguines hasta la despedida frente a la hornacina del mercado de abastos. Por la mañana tuvo lugar la procesión marítima, el aurresku de honor y las danzas y, a las 15.00, como manda la tradición, todo el pueblo se concentró en una misma calle.
Allí solo hubo espacio para los Dominguines, unos muñecos colgados frente a la hornacina de la virgen que representan a un matrimonio que, según relata la leyenda, se llamaban Domingo y Dominga, con domicilio en esa calle del casco viejo jarrillero y muy aficionados al txikiteo.
En esta fiesta, que tiene su origen en la centenaria veneración de los marinos a la Virgen de la Guía, los Dominguines eran invitados a tomar txikitos hasta que los efectos del vino les impedía bajar la calle sin el balanceo correspondiente.