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ANÁLISIS | UNA EUROCOPA QUE MARCA TENDENCIA

Guardiola aún señala el rumbo y el «toquenaccio» es la nueva vía

Mundial y Eurocopa sirven para condensar dos años de evolución del fútbol, y a la vez marcar tendencia para las dos siguientes. Por eso hay también ganadores y perdedores que no las juegan. Fantástica paradoja, quien más reforzado sale de esta es ya un retirado: Pep Guardiola.

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Ramón SOLA

El fútbol, como deporte de elite por excelencia, evoluciona cada día, pero es en es- tos grandes torneos cuando se presentan todas sus nuevas tendencias, a modo de escaparate global. Mirando más allá de los campos de Polonia y Ucrania, ¿quién gana y quién pierde tras esta Eurocopa? ¿Qué avanza y qué retrocede? ¿Hacia dónde apunta el fútbol?

Gana Guardiola, pierde Mourinho. Si Sudáfrica entronizó la posesión como nuevo catecismo de este juego -y a Pep Guardiola como su profeta-, esta Euro ha dado todavía una vuelta más a esa apuesta. Ha nacido lo que ya se denomina toquenaccio o tiki-takanaccio, es decir, la apuesta por el juego combativo de control, pero no ya tanto como opción ofensiva, sino principalmente como táctica defensiva. Retener la pelota el mayor tiempo posible desgasta al contrario por partida triple, al restarle minutos, opciones y fuerzas. Claro está que lo fácil es teorizarlo, y lo difícil, hacerlo. Pero la vía se impone sin duda, porque todos los grandes equipos de este torneo han intentado jugar de esta forma salvo Inglaterra y, en ocasiones, Portugal. Gana el guardiolismo y pierde, por tanto, el mourinhismo. Por cierto, el torneo ha desgastado el aura del portugués como técnico-milagro al confirmar que el Real Madrid sencillamente tiene un equipazo brutal: sus piezas claves han brillado (Casillas, Cristiano, Pepe, Xabi Alonso, Özil...), pero también lo han hecho sus hombres de relleno (Arbeloa, Coentrao, Khedira). Solo Benzema ha pasado desapercibido.

El centrocampismo manda sobre la delantera. Si la posesión es la partitura a tocar, es lógico que la orquesta esté plagada de centrocampistas. Volvemos a Guardiola: Del Bosque ha copiado su revolucionario invento de prescindir del «nueve»; Löw, sus refrescos constantes en los interiores; Prandelli, la movilidad y la ocupación de espacios... Los delanteros pierden protagonismo en beneficio de los medios (en la Eurocopa no han aparecido grandes estrellas en la punta, y de hecho nadie ha pasado de los tres goles). Los defensas específicos también cotizan a la baja en beneficio de jugadores capaces de sumarse al medio campo, bien para la creación, para la presión, o para las dos cosas a la vez (Hummels, Jordi Alba, De Rossi, Simon Poulsen, Grebe Selassie...)

La veteranía supera a la juventud. Mientras en otros deportes no deja de bajar la edad de las estrellas, en el fútbol moderno la veteranía se instala como valor seguro. A partir de ahora, conviene no jubilar a nadie. Italia ha apoyado su éxito en dos jugadores hace un año amortizados: Pirlo, a quien dejó marchar el Milan, y Cassano, con problemas de corazón además de los que han marcado toda su carrera. Xavi, a quien se daba durante el torneo por prejubilado, resucitó en la final con otra actuación de lujo. Y no son excepciones puntuales si se recuerda la exhibición de Zidane en 2006 en sus últimos partidos o el rendimiento que sacó Maradona a los 36 años de Palermo para llegar al pasado Mundial.

Equipos antes que figuras. La solidaridad extrema se confirma como valor imprescindible en un fútbol tan compacto como el de esta Eurocopa. España e Italia han sido los mejores también por eso: no han dejado resquicios en el terreno de juego, pero tampoco fuera (hasta Balotelli se ha portado bien). En el otro extremo aparece Francia, de nuevo autodestructiva por sus problemas disciplinarios externos, y llueve sobre mojado. También Holanda, una constelación de estrellas que empezaron y acabaron haciendo la guerra por su cuenta. Y queda la duda de si Portugal pudo llegar más lejos si Cristiano Ronaldo hubiera estado al servicio del colectivo y no el colectivo sometido a las veleidades la estrella (la decisión de esperar al quinto penalti contra España puso la guinda).

La globalización se carga los tópicos localistas. Los éxodos de jugadores a otras ligas y la televisión hacen que el fútbol haya dejado de tener barreras geográficas. Y han caído tan rápido que diríase que cada país ha pasado a ser su propia antítesis. Así, en España no queda nada de la «furia». Aquella Alemania que ejercía de apisonadora se encomienda a jugadores livianos como Özil, Lahm o Reus. En Italia ya cabe siempre un fantasista, e incluso dos a la vez (Pirlo y Montolivo). La otrora delicada Holanda destaca por el doble pivote más áspero de la actualidad: De Jong-Van Bommel. Y la Inglaterra que se pasó décadas mirando por encima del hombro a sus rivales prefiere ahora disfrazarse de equipo menor. En fin, que buscar a cada selección tras su imagen tópica es perder el tiempo: simplemente, cada uno juega en función de lo que tiene y no de su historia, y así será ya para siempre.

La Bundesliga empuja, la Premier cede. La Eurocopa rediseña también el ranking de las ligas europeas. Pese a ser la más espectacular y la mejor organizada, la Premier League sigue sin salir bien parada cuando muestra sus productos en el continente, donde se juega a otra cosa (solo se salvan unos detalles de Balotelli y otros de Modric). La Liga española confirma que está, sin duda, muy por encima de la inglesa. Pero la más pujante es la Bundesliga: en Ucrania y Polonia no solo han lucido los jugadores jóvenes de la selección alemana, sino que también juegan allí buena parte de los futbolistas revelación de la primera parte de esta Eurocopa: los polacos Lewandowski y Blaszczykowski, los checos Jirasek y Pilar, el croata Mandzukic...

Y la tecnología exige paso ya. Un último apunte extrafutbolístico pero con impacto en el juego. La innovación en el arbitraje se saldó con otro rotundo fracaso: ni el árbitro ni el linier ni el nuevo juez de línea de fondo percibieron que el disparo del ucraniano Devic lo sacó el inglés Terry de detrás de la raya. El gol hubiera clasificado a los anfitriones para la siguiente ronda. Tras ello, el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, ha sido bastante rotundo sobre la necesidad de aplicar tecnologías a este tipo de decisiones. Ya es hora.

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