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ZERUA eta INFERNUA

«Con el cine viajas a todo el mundo, y encima te ponen música»

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Félix Linares

Periodista

Televisivo, cinÉfilo y una de las voces más reconocibles de los medios de Euskal Herria, Félix Linares confiesa que no le gusta demasiado viajar. Aun así ha respondido a nuestras preguntas; eso sí, llevándolas a su terreno. Tampoco le gusta conservar fotos, pero hemos conseguido alguna.

Nagore BELASTEGI | DONOSTIA

A punto de dar un giro a su carrera, Felix Linares no se relaja y sigue trabajando sin pensar demasiado en irse de vacaciones.

¿Dónde pasaría unos días?

En el cine. En serio. Con el cine viajas a todo el mundo, aunque el desierto del Gobi haya sido recreado en un valle de California, oye, que conoces también California, y encima te ponen música. Y personajes, y acción y emoción sin cuento. Dos horas después, y con aire acondicionado, te vas a tu casa. El megaplan.

¿Y si viajamos de verdad...?

En el cine lo único que se puede hacer es ver películas, así que si hablamos de viajes, porque la costumbre dice que hay que viajar, pues se me ocurre ir a las islas griegas, aunque ahora mismo no sabría qué decirte... De los lugares del mundo en que he estado, que no son muchos, pero tampoco pocos, Grecia me cayó muy bien. Así que se puede comer mousaka, bailar sirtaki y bañarte en el Egeo. Lo que no debes hacer es beber [el licor] ouzo porque es algo empalagoso.

¿Qué no puedes dejarte en casa?

Un e-book para leer lo que te apetezca. El bañador, claro. Y las gafas de sol. Y las ganas.

Me han contado que se jubila... ¿a dónde iría para desconectar una larga temporada?

Parafraseando a Mark Twain «las noticias sobre mi jubilación son algo exageradas». Yo no creería todo lo que dicen sobre este asunto. Pero, bueno, como no tengo ningún interés en desconectar, diré que a Bakio. Está bien: hay playa, que no pisaré ni sonámbulo, hay mesas para jugar al mus y si hay tiempo libre ¿qué más se puede pedir?

¿Y qué lugar no recomendaría de ninguna manera?

Algunos restaurantes. Pero permíteme que no lo haga públicamente. Y el monte aquel por donde llevaba «Fitzcarraldo» su barco, y el desierto donde se estrellan los de «El vuelo del fénix», y el Polo Norte donde se extravían los marinos de «El terror». El ser humano es muy frágil. En cuanto sale de un arco de diez grados deja de estar confortablemente. Y no tener cerca una ducha y un sitio donde hagan buenos gin-tónic, me parece un descenso en la escala de la humanidad.

 
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