Donde hace unos meses estuvo el Papa de Roma, ahora estaban los jugadores de fútbol que acababan de ganar un prima, sin ningún riesgo de trescientos mil euros por cabeza, más otros sueldos y dispendios que entran dentro de lo ordinario. No saben dónde cobrarlos, cómo eludir al fisco, que es una manera de ser un buen ciudadano ejemplar, según las nuevas consignas del gobierno zombi. El del Vaticano llevaba la comunión, el mensaje divino, ellos la alegría, el sobrenombre, la otra droga que necesitan los pueblos perdidos para perderse todavía más. Veintitrés hombres que vestían de uniforme poligonero, acompañados por decenas de monaguillos y medios de comunicación dedicados a propagar una simbología nacional española a partir de una esfera que bota.

Las máximas representaciones políticas del reino de España se volcaron en recoger los frutos de este árbol florido. Tele 5, en el informativo del mediodía del lunes, informó de los incendios levantinos a los veintidós minutos de haber iniciado su entrega, ocupando todo su grueso, claro está, con imágenes de los triunfadores, de los «mercenarios», como los definió un ex-directivo del Barça. Una manera de entender la implicación de cada cual. Pero la ocupación de todo el espacio informativo, la retransmisión en directo de la llegada del avión, de su traslado al hotel, al palacio de los borbones, su kalejira por el centro de Madrid por todas las cadenas, vienen a completar este cuadro de la desolación.

Mientras tanto otros profesionales, bomberos, guardabosques, soldados rasos, miembros de protección civil y ciudadanía solidaria, se ponían rojos, sufriendo temperaturas extremas, intentando sofocar unos incendios que son fruto de las circunstancias, pero también de la desidia, falta de previsión, y recortes de recursos y medios, de la descoordinación. Y ya hay un desaparecido, y saldrán muchos más problemas graves. ¿Solamente va a salir en televisión lo bonito, lo alienante y distorsionador de la realidad? ¿Es una consigna, o una renuncia? Los bomberos no tienen visitas reales, y solamente se les deja minutos de gloria colectiva en los calendarios navideños. Furia y fuego por un salario sin primas.