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Ainara Lertxundi Kazetaria

La patada de la vergüenza

El video de la agresión de un soldado israelí a un niño palestino de nueve años cerca de la Tumba de los Patriarcas, en la zona H2 de Hebrón, en Cisjordania, estaba ayer colgado en las web de los principales medios de comunicación. En la grabación se observa al menor, identificado como Abd al-Rahman Burqan, gritar aterrorizado, mientras un soldado le agarra por un brazo y otro le da una fuerte patada. Esta impactante imagen refleja en dos minutos el día a día de los habitantes de Hebrón y de los distritos de Qalqilya y Nablús, en el norte de Cisjordania, víctimas silenciadas de agresiones, persecuciones y situaciones de acoso por parte del Ejército o de colonos. Según datos oficiales de la ONU y otras organizaciones, a la semana se producen en este territorio una media de entre 50 y 70 incursiones nocturnas. Cada operación militar va acompañada de una exhibición de fuerza con un gran número de soldados provistos de armas, bombas de ruido, gases lacrimógenos y perros. Es frecuente, además, que antes de poner fin al operativo y como sello de su paso, destruyan los inmuebles de la vivienda entre insultos, golpes y amenazas y ante la mirada asustadiza de los inquilinos de la casa, incluidos niños y ancianos.

Los episodios traumáticos que dominan las vidas de los palestinos están causando alarmantes afecciones sicólogicas en forma de trastornos del sueño, de enfermedades como problemas digestivos, nerviosos, musculares o cardiacos, de irritabilidad, de ansiedad, de estrés, de desesperanza, de sentimiento de persecución... «Vemos a niños que sufren pesadillas, que se orinan en la cama, que tienen miedo de separarse de sus familias, que se aíslan, que tienen problemas en la escuela y se vuelven agresivos», subraya Manuel Francisco Morantes, sicólogo de MSF que durante nueve meses ha prestado apoyo a la población de los territorios ocupados.

En su documental «Afrontar el trauma», la ONG ha plasmado en 33 minutos las consecuencias de «vivir presa de un miedo constante cada día de tu vida». Un miedo como el que siente el niño de este video, una evidencia más entre mil.

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