El presidente de Bolivia, Evo Morales, remarcó que si «los movimientos sociales de tendencia anticapitalista, antiimperialista o partidos de izquierda (...) pudieran dar un golpe de Estado en cualquier país de Sudamérica o Latinoamérica, estarían ya los cascos azules, y tal vez estaría la OTAN, para no perdonar ese golpe de Estado». Morales se refirió de esta manera a la destitución del presidente de Paraguay, Fernando Lugo, a quien consideró el presidente «legal y legítimo» del país. Morales fue uno de los primeros presidentes de la región en describir la salida del poder de Lugo como un golpe de Estado, tras lo que anunció que no reconocería a su sucesor, el hasta entonces vicepresidente, Federico Franco, y retiró a su embajador en Asunción, Freddy Quesada.