Si el pasado domingo Etxerat alertaba de que el nuevo tiempo político no había llegado a las cárceles y de que el ansia de venganza seguía primando en la actitud de los estados español y francés respecto a los presos políticos vascos, ayer fue la asociación Jaiki Hadi la que, fijando su mirada en los prisioneros enfermos, alertó de las consecuencias de la política penitenciaria. Una política enfermiza, que se recrea en la crueldad y que no solo impide el adecuado tratamiento de las personas que padecen enfermedades graves, sino que hace que su número vaya creciendo con el tiempo. Así, hoy son más los presos y presas que se encuentran en esa situación, y que necesitan ser excarcelados de forma urgente, que hace un año.

Las medidas de excepción que se aplican a los vascos y vascas encarcelados no solo vulneran sus derechos, sino que son también generadoras de enfermedades físicas y sicológicas. Es una constatación que a pesar de haber sido denunciada una y mil veces, no ha variado la actitud de los estados en esta materia. Es, por tanto, lógico que desde Jaiki Hadi expresen su disposición de acudir a instancias como la Corte Europea de Derechos Humanos, unos derechos que son sistemáticamente vulnerados en las prisiones españolas y francesas. No debe quedar puerta sin tocar al objeto de revertir una situación cruel que, además, es rechazada por una amplia mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de este país.

Precisamente, la sociedad vasca ha vuelto a demostrar que está ahí cuando se la necesita. En este caso, para sacar adelante un proyecto que pretende aportar luz a la realidad que viven los presos y presas, y que los estados preferirían mantener en penumbra. En apenas una semana, Zinez Elkartea ha recaudado 20.000 euros para el documental «Barrura begiratzeko leihoak». Un ejercicio saludable de solidaridad que demuestra que este pueblo no permanece quieto, sino que se rebela ante las injusticias, como la que desde hace demasiado tiempo campa a sus anchas en las cárceles.