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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Vuelve un veterano

Algunas no podemos evitar sonreír cuando oímos el nombre de José Luis Martín Prieto. Para las más jóvenes, basta recordar que se trata de un periodista cuya mujer denunció en 1996 su desaparición, y se dijo que había sido secuestrado por ETA, cuando realmente había pasado una noche «fuera de casa». Una hazaña solo comparable a la de Bartolín, aquel concejal del PP que se autosecuestró un par de años más tarde. Desde su llamativo desliz, la estrella de Martín Prieto no brilló como antes, aunque sigue escribiendo columnas, últimamente en «La Razón». Y ayer, en ese mismo diario, volvió a dar una muestra de su saber hacer periodístico a cuenta de la intención de Euskal Herria Bildu de crear un departamento de Soberanía Alimentaria. Intentando ser gracioso, el madrileño sostenía que «deberían registrar la marca del bacalao al pil-pil para que no lo elaboren con el abadejo gallego o islandés», y agregaba que «la soberanía gastronómica debiera ocuparse de inmediato de esa infamia de que el chacolí vasco sea de menor calidad y mayor precio que el criado en La Rioja y Navarra. Sólo faltaría que se potease en San Sebastián con vino del Condado de Treviño, uno de los tres gibraltares abertzales junto a Iparralde y las Encartaciones de Cantabria». Sinceramente, me reí mucho más cuando lo del falso secuestro. Por cierto, ¿sabrá este hombre qué es el txakoli? Me temo que no.

Tras intentar la gracieta, el huidizo Martín pasa al dislate. Vean lo que escribía a continuación: «Tal como las leyes raciales de Núremberg llegarán las de Guernica, porque lo que empieza por el estómago termina en sicalipsis, y se prohibirán las bodas entre vascos con RH negativo y maquetos para preservar la soberanía de la sangre, más importante que la de los jugos gástricos. Si prosperase esta memez de principios del XIX, ¿seguiría «Eroski» vendiéndonos a los castellanos sus productos?». Pues leyendo tal memez, una empieza a pensar que su caída en desgracia no tuvo que ver con su desaparición. Si eso es todo lo que puede dar, debería empezar a pensar en su jubilación. Desde luego, edad para ello ya tiene. Porque miren cómo acaba su columna: «Ya dicen las mujeres que al hombre se le conquista por el estómago». Así está el nivel. Y una se pregunta con qué arte «conquistó» él a su mujer...

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