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A la cuarta fue la vencida; un encierro sin necesidad de «capotico»

Rápidos, rectos y noblotes, con los toros de El Pilar llegó por fin la tranquilidad al ciclo de encierros sanfermineros. Fue un encierro ideal tras las tres accidentadas primeras carreras, plagadas de sustos e incidentes. Todo se resolvió con unos pocos golpes. San Fermín se cogió fiesta.

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Ramón SOLA | IRUÑEA

Si se diseña el encierro perfecto, sería muy parecido al corrido ayer por los morlacos de El Pilar. El ciclo de encierros llegó a su ecuador con la carrera más tranquila y más rápida de las cuatro. Dos minutos y 22 segundos les costó llegar desde los corrales de Santo Domingo a los de la Plaza de Toros, y en ese tiempo todo lo hicieron rodado. Ni un derrote, ni una mala caída, ni un despiste....

La manada subió la cuesta absolutamente compacta, dando así su declaración de intenciones. Luego se fueron formando grupetos, pero que se iban deshaciendo y rehaciendo paulatinamente en función de la diferente velocidad de los morlacos, que en cualquier caso siempre buscaban ir muy juntos.

Los mayores aprietos, por decir algo, fueron quizás los que pasaron un par de mozos que se cruzaron de mala manera ante los astados en la curva de Estafeta. También las inevitables caídas durante toda la recta posterior. Entre ellos estaba David Ubeda, el conocido corredor albaceteño que se destaca por llevar una gorra de chulapo.

Nada de ello distrajo a los cuatro patas salmantinos, que siguieron con su trotar –ni demasiado lento ni demasiado acele- rado– hasta el final.

Homenaje a los fallecidos

Cuando llegó la hora de contar heridos, se confirmó que el encierro había sido un chollo. Solo cinco personas fueron trasladadas con traumatismos sin importancia, uno de ellos de Getxo y otro de Iruñea. Volvieron a sus casas durante la jornada.

Por otro lado, media hora antes del encierro se homenajeó a Daniel Jimeno, el joven madrileño fallecido hace tres años por una cornada en el callejón. Su padre, entre lágrimas, se encargó de la ofrenda, en compañía del alcalde de Iruñea, Enrique Maya. Por cierto, Jimeno le planteó que en la ciudad se instale algún recuerdo a todos los fallecidos en la carrera (quince desde 1924, porque antes no hay datos absolutamente fiables). También destacó el padre que el homenaje de ayer no era solo a su hijo, sino a todos los que han perdido la vida corriendo ante los toros en Iruñea.

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