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«Se echa en falta el reto integrador entre instituciones que lleve a aunar voluntades»

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Xabier Sáenz de Gorbea

Premio Gure Artea 2012

Xabier Sáenz de Gorbea es una figura clave en el panorama del arte vasco de las últimas décadas. Ya sea desde su labor docente o desde su faceta comisarial, su capacidad de transmisión intergeneracional ha sido fundamental para buena parte de nuestros artistas. Ha recibido el Gure Artea 2012 junto a Esther Ferrer y Sergio Prego.

Arturo F. RODRIGUEZ | GASTEIZ

Sáenz de Gorbea (Areeta, 1951) acaba de recibir el premio Gure Artea en la modalidad que reconoce su aportación al desarrollo y fomento de las artes visuales. Su presencia activa en el panorama del arte vasco desde los años 80 ha sido referencial en los distintos ámbitos de la actividad artística. Cofundador de la galería Windsor de Bilbo y de la asociación Euskal Artisten Elkartea, su pasión por la archivística del arte y su capacidad investigadora le convierten en una figura imprescindible para comprender la historia del arte vasco contemporáneo. Sáenz de Gorbea, escritor y poeta, profesor y crítico de arte, ha mostrado siempre una perspectiva crítica pero serena de las relaciones que se establecen entre el arte y el poder. El premio que recibe ahora afianza su análisis de nuestra realidad cultural, siempre lúcido y comprometido.

Acaba de recibir el Gure Artea, ¿qué sensaciones le produce? El hecho de que el premio recaiga en un escritor, historiador, crítico o profesor parece abrir el sentido de este premio...

Lo abre, pero también quita posibilidades a los creadores que son siempre los que más necesitan el impulso económico y el aval social que puede representar el premio. La dotación de los premios ha disminuido. Desde 1996 se propiciaba no solo la aportación del galardón a tres autores, sino también la oportunidad de producción, exposición y catalogación del trabajo llevándolo fuera de Euskal Herria y disponiendo un amplio programa didáctico, de conocimiento y de debate que se fue desvirtuando. Eso desde el punto de vista del artista, pero desde el de la sociedad se ha perdido también porque no se constata la obra de arte y su sentido, no hay promoción ni divulgación que la haga llegar y la «democratice». Creo sinceramente que con el nuevo tipo de Gure Artea se ha eliminado esa posible transmisión entre el arte y la sociedad. Ahora se hace un acto social eta kitto. La fórmula actual tiene los aspectos positivos de no tener que presentarse necesariamente el propio autor y también el poder otorgar un reconocimiento a una trayectoria artística como la de Esther Ferrer, en este caso, pero niega posibilidades a los emergentes e impide la confrontación audiovisual y plástica de cara al público, los dinamizadores y los propios artistas, empequeñeciendo el debate.

Ha mencionado ya algunas debilidades de las actuales políticas culturales, ¿hasta qué punto cree que la situación global afecta al arte y a la cultura de nuestro territorio?

De mis anteriores palabras se infieren algunas consideraciones sobre una parte muy pequeña de la política cultura. Hablar de lo global supondría un estudio más profundo y calmado. Es un tema amplio que no puede resumirse en una entrevista. Lo que sí se constata es que, de repente, unas generaciones no tienen posibilidades de interlocución con las instituciones y tampoco pueden aportar el compromiso de su experiencia. Como si la irrupción de nuevas promociones hubieran sustituido de golpe a las anteriores, lo que considero un error. La cultura se constituye sumando ideas y no restando esfuerzos. Existe Jakiunde, academia de las ciencias, las artes y las letras, sin que apenas haya presencia del mundo artístico y no emita informe alguno. Pero hay una Facultad de Bellas Artes con 150 profesores de las más diferentes disciplinas y tampoco se la solicita ni realiza los correspondientes estudios.

¿Qué facetas de las artes plásticas y visuales precisan, bajo su punto de vista, de una actuación urgente?

Son muchos los déficits constatables, hay que generar implicación. Las nuevas posibilidades tecnológicas siguen sin ser usadas en todas sus capacidades y para las muy distintas capas sociales. Se trae el arte exterior pero no se impulsan, ni interna ni externamente las miradas que surgen desde aquí. Son necesarias políticas activas para el desarrollo cultural más pleno y crítico de toda la sociedad. Cuando se planifican acciones no suelen tenerse en cuenta los muy diferentes intereses y conocimientos que concurren en la cadena cultural. O bien se hacen pensando en un determinado tipo de artista o bien se vende populismo acrítico que piensa en las masas como un instrumento con el que ganar elecciones. Se echa en falta el reto integrador y la coordinación entre instituciones, demandando a aquellos que viven de los presupuestos públicos unas apuestas que conlleven aunar voluntades y tomar en consideración unos objetivos comunes. Hacer cultura no es vender entradas en un museo, sino crear ciudadanos conscientes, libres y críticos. Resulta fácil decirlo, pero lo difícil es llevarlo a la práctica cotidiana.

Ha mencionado a la Universidad como un instrumento cultural clave. ¿Cómo debería establecerse una relación fructífera entre el mundo académico del arte y la sociedad?

Entiendo que es un espacio en el que convive una gran cantidad de profesionales que interactúan entre sí y que pueden ayudar a reflexionar sobre las políticas culturales y las prioridades de las necesidades artísticas en las distintas instituciones. La facultad puede asumir un cierto liderazgo reflexivo sobre lo que se produce en el contexto vasco, algo que es prácticamente inexistente actualmente. El análisis conjunto no se fomenta demasiado y tampoco se genera un auténtico debate donde se encadenen los argumentos, bien porque no existen foros de comunicación o bien porque no hay voluntad y cada uno se entrega a una labor individual y solitaria, sin que nadie comente lo que el otro hace... Se prefiere empezar de cero y existe el cerco del ninguneo.

Usted ha vivido en primera persona el devenir del arte vasco de los últimos años ¿Puede hablarse todavía de una especificidad del arte hecho aquí?

Existe pero no es la única línea creativa de la contemporaneidad. Desde la modernidad, la cultura ha ido digiriendo los impulsos individuales de los creadores en detrimento de las asunciones colectivas de las academias elitistas y de los folklores populistas. Cada ser humano es un mundo y se alimenta de cuestiones semejantes pero también lo hace con referencias muy diferentes por lo que la idiosincrasia de lo identitario, si se entiende de modo esencialista, no tiene sentido. Por otro lado, las tradiciones de las que parte el imaginario son herencias que han concebido los autores en solitario, con o sin intención de relacionar su obra con un contexto. En cualquier caso, son pocos los que asumen conscientemente el territorio conceptual de lo próximo y que trabajan en función de unos postulados cercanos a la construcción cultural del pasado o del presente en la que participamos todos.

DISCOGRAFÍA

Grabaron el primer disco, «Hemen denak berdinak dira» (1987), a medias con Zarrapo. Después vendrían «Ikusi eta Ikasi» (1989), «Hiru aeroplano» (1990) y «Bilbo zuzenean» (1991).

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