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¡Gor-go-ra-tor!
¿Innovar en sanfermines? ¿Para qué? Lo que triunfa es lo de siempre. «El Patata» y «Napoleón» cumplen cien años dando zurriagazos y siguen funcionando. Pero para titán sanferminero, el coloso de Gorgorito, que lleva medio siglo dejando ojipláticos a niños y padres.
Pepe FARIAS
Gorgorito ha repartido más dolores de cabeza que todo el garrafón de los sanfermines. Su estaca es como la espada con la que se transforma el ambiguo “He-Man”. El Maese Villarejo lleva más de 60 años dando vida a esta marioneta que tiene 27 obras teatrales diferentes. Es un clásico que ha actuado ininterrumpidamente en sanfermines durante medio siglo, lo que lo ha convertido en algo tan clásico de las fiestas como el kalimotxo. A nosotros, de todos los títulos de sus obras de este año, la que más nos ha llegado es “Gorgorator”, aunque “Gorgorito y el rey de las estacas” también tiene su punto.
Hoy es el día de los críos y el Ayuntamiento habrá buscado un porrón de actividades, pero pocas tienen la solera y se clavan tan dentro de la memoria como el simpático y diminuto muñeco que lo mismo derriba a estacazos a un peligroso dragón que se convierte en peligroso ciborg. En sanfermines, las cosas simples son las que triunfan: el pañuelo rojo, los huevos fritos, el vino, la cerveza, la gaita y media docena de toros con malas pulgas... Dejémonos pues de inventar remedios contra la resaca para gloria de Bayer, de encierros con cámaras tridimensionales en el culo y demás ocurrencias y rindámonos ante la simpleza de Gorgorito y su estaca, como nos rendimos ante “Patata” y la Comparsa.
Maese Villarejo monta su tenderete sin pretensiones todos los días y se luce con las marionetas por la tarde. Los niños ríen, flipan y lloran con él, lo mismo que hacen sus padres cuando tienen un ratico para salir y perderse por la ciudad sin las responsabilidades de la prole.