Jonan Cordero y David Blanco acudieron ayer a los juzgados de Iruñea para declarar ante el juez sobre los incidentes del Riau-riau. Ambos decidieron testificar tras detectar que estaban siendo buscados por la Policía española, que había puesto cordones y vigilancia en sus casas. Con estas dos personas, el número de imputados por los incidentes del primer día de los sanfermines asciende a cuatro. En principio, no hay más identificaciones, pero la Policía cuenta con vídeos y fotografías, por lo que la investigación se mantiene abierta y podría haber nuevos arrestos.

En realidad, el Riau-riau ha generado dos investigaciones diferenciadas, ya que están actuando de forma independiente la Policía local y la Policía española. El primero de los detenidos, Mikel Auza, corresponde al atestado de los municipales y sus imputaciones son atentado contra la autoridad y desórdenes públicos. Los otros tres detenidos corresponderían a la Policía española que, en principio, solo habla de un delito de desórdenes.

El atestado de Blanco, Cordero y Orlando Artieda es más complejo. La Policía les acusa de formar una especie de comando de la izquierda abertzale, que se habría distribuido en varios grupos por la plaza del Ayuntamiento para iniciar una pelea. El objeto de esa pelea era generar un altercado con la Policía Municipal, según esta tesis acusadora. La Policía sostiene que comenzaron a lanzar consignas del estilo «UPN kanpora» y «Maya, hijo de puta» para comenzar la trifulca, que estaría dentro de una especie de campaña montada desde el entorno abertzale y que se alarga durante todas las fiestas de Iruñea.

En este sentido, cabe remarcar que se les está preguntado si estuvieron o no en el brindis por los presos y que incluso se han citado fragmentos del texto de una moción del grupo municipal de Bildu dentro del informe policial.