Barack Obama y Mitt Romney no consiguen dejar atrás a su rival y, según un sondeo publicado ayer por «The Washington Post», se encuentran empatados en intención de voto, un 47%. La cifra no ha variado prácticamente desde hace un mes.

Entonces, Romney conseguía una intención de voto del 46%, tres puntos por debajo de Obama, pero el mandatario demócrata ha perdido dos puntos en el último mes, a pesar de que ha sido un período favorable a su electorado potencial, debido a la iniciativa de para las deportaciones de algunos jóvenes en situación irregular y a la gran victoria que le concedió el Tribunal Supremo al declarar constitucional la ley de reforma sanitaria aprobada en marzo 2010.

A pesar de ello, los estadounidenses que suspenden su gestión en la Casa Blanca (49%) superan a los que la aprueban (47%).

La economía, con índices poco optimistas en junio y el nivel de desempleo situado en el 8,2%, sigue siendo el asunto más decisivo a la hora de votar y la mayor amenaza para Obama.

El 54% de los encuestados desaprueba la gestión de Obama en materia económica, aunque el 50% cree que entiende mejor que su rival los problemas económicos de los estadounidenses. Para el 40%, Romney manejará mejor esta cuestión.

El lunes, Barack Obama pidió ayer a la Cámara de Representantes una prórroga de los recortes impositivos para la clase media (familias que ingresen menos de 250.000 dólares anuales) y excluir de ella a los más ricos, una medida que busca equidad fiscal y reactivar la economía, pero que está destinada a morir en el Congreso por el rechazo de los republicanos. No es la primera vez que el presidente plantea esta propuesta.

Romney respondió a Obama que sus propuestas son negativas para el trabajo y que la subida de impuestos que propone afectará a «los creadores de empleo y las pequeñas empresas».

Sus compañeros de partido en el Congreso estadounidense votarán hoy para ratificar su oposición radical a la reforma que extendería la cobertura sanitaria a 32 millones de personas. La Cámara de Representantes ya votó en contra de esta ley, pero no así el Senado, donde los republicanos no tienen mayoría. Solo un cambio de presidente y una mayoría en el Senado tras las elecciones del 6 de noviembre permitiría a los republicanos revocar la reforma.