Arabia Saudí, paladín de la injerencia e intervención en buena parte de los procesos revolucionarios árabes en marcha -desde Egipto hasta Siria, pasando por Libia-, denunció como una «injerencia flagrante e injustificada» en sus asuntos internos las declaraciones de un responsable ruso sobre la represión del régimen contra la minoría chií del reino.

El representante ruso para los Derechos Humanos, Konstantin Dolgov, mostró su inquietud por la reciente muerte de dos chiíes an la represión de las protestas por la detención de un religioso.

Arabia Saudí «siempre se ha abstenido de inmiscuirse en los asuntos internos rusos y en su política en conflictos acaecidos en el interior de sus fronteras y con muchos muertos».