Raimundo Fitero
La vergüenza
El tratamiento dado a las medidas adoptadas por el suegro de Urdangarín en consejo de ministros es una muestra de lo que se colige del subtexto de lo expresado en ese informe sobre los medios. La barbaridad cometida por ese equipo de impresentables ministros de tercera división son de una irresponsabilidad absoluta. Y la actitud de todos ellos es para sentir vergüenza ajena. Que ese individuo desdibujado que preside los consejos de ministros tenga que llamar a su militantes a no sentir vergüenza es una confesión de culpa. La credibilidad que tienen los políticos actuales es peligrosa incluso para el propio sistema. Mentir, volver a mentir, enriquecerse, tomar medidas impropias, no contar con la ciudadanía es un camino hacia la desafección total.
Pero siguen saliendo en los medios, se les da espacio. Así tenemos que un tal Pérez Rubalcaba mira hacia otro lado. No sabe ni enfrentarse de manera sensata a los desmanes del PP. Es la imagen de la impotencia, de la falta de liderazgo y de discurso. Es la nada, el personaje amortizado que intenta reconvertir su oficina de empleo, eso que llaman PSOE, porque no tiene ni para pagar a sus secretarias, aplicando la reforma laboral del PP. Otra vergüenza mayor. El PP hace lo que le da la gana porque Rubalcaba está ausente. Pera la lista vergonzosa continúa. En Barrika se aparta a un concejal de Bildu por estar acusado de violencia de género. Andrea Fabra, la hija del cacique castellonense no dimite y justifica su «¡que se jodan!»; un exconseller de gobernación de ERC está detenido acusado de contrabando de tabaco. Todo esto, y mucho más que no cabe, en un fin de semana veraniego. La vergüenza entre siglas.