Ante la conmoción acuden los tópicos y el refranero como infantería de choque para abrir las primeras trincheras ante la agresión perpetrada. De momento, y porque se les habrá escapado, se salvan los libros, que quedan con el impuesto superreducido. El resto de las actividades culturales, especialmente los espectáculos en vivo y en directo, han sufrido un aumento del IVA descomunal, fuera de lo previsto y que deja a la luz la obsesión del ejecutivo de Madrid por desmembrar a la sociedad, concretada en la misión de exterminio emprendida contra las actividades culturales más críticas con la excusa de la crisis del capitalismo, para empobrecer todavía más a la ciudadanía.

Si la Cultura necesita de apoyos, ayudas y subvenciones para su sostenimiento, parece algo que va en dirección contraria elevar del ocho al veintiuno por ciento el IVA de las entradas a conciertos, teatros, cines o circos. También afecta a museos, bibliotecas y centros de documentación. Es decir, la Cultura está cautiva por esta desmesura, y el impacto inmediato va a ser demoledor.

Todo lo que la situación económica provoca de retraimiento se agrava con esta subida del precio de las entradas a los espectáculos, el circulo vicioso se convierte en venenoso y no parecen vislumbrarse salidas a corto ni medio plazo, sino lo contrario. Cierre de salas, desaparición de empresas y compañías, un descenso mayor del que ya se detectaba del consumo de un bien común como es la Cultura. Defenderla es una prioridad de los propios hacedores, los profesionales, pero debe ir acompañada por una actitud solidaria y vindicativa de la parte de la ciudadanía más activa en defensa de un derecho vital colectivo.