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Se busca a los saboteadores

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AFP | TOULOUSE

Los investigadores policiales de la Gendarmería francesa examinaron ayer imágenes de televisión y de vídeos de algunos aficionados obtenidas durante la 14ª etapa del Tour, que se disputó el domingo entre Limoux y Foix, para identificar a las personas que lanzaron clavos a la carretera al paso del pelotón, provocando multitud de pinchazos y algunas caídas.

Una de ellas provocó el abandono del corredor croata Robert Kiserlovski (Astana), víctima indirecta al ser arrollado por el estadounidense Levi Leipheimer cuando Kiserlovski se había parado para dar una de sus ruedas a su jefe de filas Brajkovic, que había sufrido un pinchazo. Kiserlovski y Leipheimer cayeron al suelo a consecuencia del choque, con tan mala fortuna para el croata que se fracturó la clavícula y tuvo que dejar la carrera.

La Fiscalía de Foix (departamento de Ariège) abrió una investigación el mismo domingo, que seguía ayer por la mañana, con los gendarmes recopilando imágenes y también haciéndose cargo de los clavos de tapicería hallados en la carretera, aunque la Policía considerara improbable que, tras haber pasado de mano en mano, se pudieran obtener huellas utilizables para identificar a los autores.

La Fiscal Adjunta de Foix, Marilyn Blanc, precisó que la investigación pretendía determinar si los clavos habían sido arrojados «en uno solo o en varios lugares del recorrido», y explicaba que los pinchazos se habían producido en el ascenso del Mur de Péguère -puerto de Primera, el principal de la 14ª etapa- y en el descenso hacia Foix.

Los gendarmes también tomaron declaración a varios de los corredores que habían sufrido las consecuencias de los clavos. Según los datos facilitados por la dirección de la carrera, se produjeron 61 pinchazos (33 de ellos los padecieron los corredores), afectando también a vehículos que siguen la carrera (invitados, periodistas, etc.).

El pinchazo más espectacular afectó al australiano Cadel Evans, ganador de la pasada edición, que tuvo que detenerse en tres ocasiones en el transcurso de unos pocos kilómetros.

Las reacciones se sucedieron el domingo y ayer, e incluso hubo quien, aludiendo a la vulnerabilidad de las carreras, en comparación con los eventos deportivos que se celebran en recintos cerrados, la achacó a la gratuidad del ciclismo. El director de Evans en el BMC, Jim Ochowicz, tachó el acto de «delictivo», mientras Wiggins resumía resignado la visión de los ciclistas: «No hay nada que los ciclistas podamos hacer».

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