Udate
«Nos interesamos por la colaboración entre artistas vascos y extranjeros»
Director de Jazzaldia
Miguel Martín es todo un veterano en el mundo del jazz y, sobre todo, en todo lo relacionado con Jazzaldia de Donostia. Lleva 34 años trabajando en el festival y qué mejor guía que él para conocer de primera mano la evolución del certamen, el género musical en los artistas locales y el cartel que se presenta para la 47 edición que arrancará mañana mismo con la Jazz Band Ball.
Ariane KAMIO | DONOSTIA
Miguel Martín lo tiene claro. El jazz nunca ha sido una música elitista y tampoco lo es Jazzaldia. Sabe que no es un género con gran éxito y popularidad entre nosotros, pero constata que el jazz vasco ya existe y que su festival intenta impulsar a los músicos locales. El Festival de Jazz de Donostia ha mantenido su millón y medio de euros de presupuesto y ha prorrogado durante tres años el contrato de patrocinio con Heineken. Martín nos habla de ello, del cartel de este año y del jazz entre los vascos.
47 años sin faltar a su cita con el público. Al igual que Zinemaldia, se ha convertido ya en una especie de ritual para los aficionados al jazz y, en general, a la música de calidad.
Jazzaldia lleva muchos años como un referente más que obligado en el verano donostiarra. Lo que sí ha ido cambiando con el tiempo es la perspectiva que tiene el público respecto a él. Jazzaldia ha pasado por muchas épocas. Cuando comenzó, en el año 66, prácticamente esta actividad que nos puede parecer tan inocente, en realidad habría que verla bajo la óptica de esa necesidad de hacer cosas distintas a las que de alguna manera el régimen de aquella época promocionaba. El jazz, que era una música que prácticamente nadie conocía, resultaba una manera de ser «diferente», de no hacer lo que nos estaban indicando. Sí que la imagen que el público tenía del Jazzaldia de aquel entonces, la que luego tuvo en los años 80 -con la explosión de convocatorias y conciertos de 15.000 personas con un tipo de público que no venía al festival de jazz, sino a un concierto de música contemporánea-, hasta el día de hoy, ha cambiado, pero sigue siendo todo un clásico del verano.
La tendencia también ha sido esa, abrir el abanico del jazz a todo tipo de públicos.
En realidad, el jazz nunca ha sido un tipo de música elitista o excluyente para algún tipo de público, pero sí que es cierto que en este momento hay escenarios para todo tipo de público, en circunstancias diferentes. No atraes al mismo tipo de público al Kursaal, al Museo San Telmo que a la Zurriola. Esto es de alguna manera la visualización más completa de que el jazz, y el festival sobre todo, no pretende ser un festival para un tipo de público, sino para todo tipo de personas.
La actual crisis azota a todos los sectores, también al de la música. Sin embargo, Jazzaldia ha conseguido mantener su presupuesto y alargar del contrato con Heineken tres años.
Jazzaldia como lo conocemos hoy cuesta dinero y necesitamos que venga una empresa privada a sostener esa financiación. La firma de la prórroga del contrato de patrocinio con Heineken en los tiempos que corren es una excelente noticia. En 2008, el festival se replanteó totalmente su política de gasto y su presupuesto. Acortó un día en aquel momento, e hizo un drástico corte de gasto interno, sobre todo porque el objetivo era mantener el interés y el atractivo del festival.
Por encima de todo, cierra este año un cartel de primera.
Ese es nuestro objetivo. Es un cartel con grandes nombres y con propuestas exclusivas, con diferente música en muchos escenarios. Nos preocupa mantener el interés y el atractivo del festival, no solamente respecto a los grandes nombres, también respecto a cosas nuevas, como los proyectos exclusivos de colaboración entre artistas vascos y extranjeros. Tenemos que hacer convivir los grandes nombres -que son los que el público muchas veces demanda- con esos proyectos que sean exclusivos para Jazzaldia.
Han vuelto a escoger para este año el Jazz Band Ball como arranque del festival, una fórmula muy agradecida.
El Jazz Band Ball es una fórmula de inicio de Jazzaldia. Comenzó en el año 1992 y fue una gran sorpresa para nosotros el éxito que tuvo. Vemos pasar una representación enorme del público durante su transcurso. Sabemos que a las 20.00 empezamos con un tipo de público, que a las 22.00 cambia y que a la 01.30 viene otro tipo de gente. Esta fórmula nos permite tener contacto con todo el tipo de público que va a venir los días siguientes al festival, y que sea gratuito y variado ha calado bien.
No podemos olvidar la actuación del legendario percusionista Jimmy Cobb en la segunda jornada, que además recibirá el premio honorífico de esta edición.
Jimmy Cobb es un hombre no solamente admirable por cómo toca la batería, sino por la cantidad de proyectos que en este momento tiene entre manos con músicos muchísimo más jóvenes que él. Es un músico de jazz que desarrolla casi toda su actividad en EEUU. No gira demasiado, con lo cual es un doble atractivo el haberlo traído y dedicarle la jornada del viernes. Es un hombre muy accesible y, al mismo tiempo, para los que vivimos el jazz, todo un icono: es el último de los supervivientes de una de esas sesiones que le dan sentido musical a los aficionados del jazz, como es la grabación del «Kind of Blue» de Miles Davis, sin duda el disco que más veces ha sido citado como el mejor disco de la historia del jazz.
Se acude este año a caras conocidas, como Madeleine Peyoroux, Neneh Cherry, Antony o Bobby McFerrin.
Todos ellos, excepto Melody Gardot, han actuado ya en Jazzaldia. Pero no buscamos repetir fórmulas. El mayor interés está en Melody Gardot, aunque es cierto que para poner un cartel que sea atractivo tiene que tener una serie de nombres que son finitos.
La de Antony es una de las actuaciones destacadas y volverá para actuar con la orquesta vasca Et Incarnatus. ¿Cómo ha surgido la colaboración?
Cuando contactamos con Antony, nos dijo que en su proyecto contaba con una orquesta de 42 miembros y nos mostró su deseo de tocar con orquestas locales. Le hablamos de Et Incarnatus, formada con gente joven con bastante práctica en hacer este tipo de música y que en Jazzaldia ya ha tocado acompañando a Phil Woods, y le enviamos una grabación de esa actuación. De todas maneras, es importante resaltar no solamente la colaboración con músicos locales, sino con una agrupación formada formada por gente joven, lo que quiere decir que hay futuro en ese sentido. También caben destacar otras colaboraciones como el de Gonzalo Tejada y Olivier Ker Ourio, en la que efectivamente, el titular del concierto es uno, pero se van a juntar, van a ensayar y van a convertirse en un dúo. Son conciertos que se han preparado pensando especialmente en la peculiar sonoridad que tiene la iglesia del Museo San Telmo, que suena a iglesia y que tiene 7,2 segundos de retardo.
Poniendo el foco en los artistas vascos. ¿Se vislumbra un auge del género?
El jazz no es un tipo de música comercial. Podemos tener una generación de músicos extraordinaria, pero que a nivel popular no sean extremadamente conocidos. Cuando programamos a toda esa gente en Jazzaldia lo hacemos proponiéndoles una colaboración y ofreciéndoles una plataforma adecuada a sus capacidades, y también porque ya se lo merecen. No nos estamos inventando nada; el jazz vasco ya existe y lo que hacemos es darle una plataforma para ayudarle a que siga creciendo.
La polémica por las fechas del Festival de Jazz de Gasteiz es una pregunta ineludible. Ambos certámenes coinciden en algunos días, ¿considera que puede ser contraproducente?
Es cierto que la polémica daña a la imagen y a la relación. Pero en la práctica, desde un punto de vista estadístico respecto al número de asistentes, creo que no afecta. Ni les va a afectar a ellos, ni a nosotros. Nuestras relaciones van a ser un poco más difíciles a partir de ahora, pero tanto Iñaki Añua en Gasteiz como yo aquí, llevamos 34 años en el festival y nos conocemos más que muchas parejas. Como dijimos la última vez que discutimos: «Tendremos que seguir hablando y nos tendremos que entender de alguna manera o de otra».
Jazzaldia festejará este año el centenario del Victoria Eugenia con una intensa noche a cambio de tan solo 3 euros. De un total de 102 conciertos, 71 serán gratuitos, apuesta atrevida e importante por su parte.
El número de conciertos gratuitos todos los años van creciendo. En el año 1992 nos dimos cuenta de que el error de la época anterior había sido pretender que la ciudad debía ir a Jazzaldia, en concreto al Velódromo. La primera premisa con la que se empezó a replantear fue la de salir a la calle e ir a buscar a la gente. Programamos conciertos donde está la gente y pensamos que los conciertos gratuitos son una buena forma para contactar con ellos.
No sería novedad decir que Miguel Martín es un gran aficionado al jazz. Conoce bien todos los resquicios de este género musical, y más aún los de su festival que, además de los grandes nombres que este año visitarán Donostia, también será testigo de actuaciones que Martín espera con especial inquietud. Son, a su juicio, las «joyas escondidas» de Jazzaldia, aquellas que no llaman tanto la atención entre el público, pero que no dejan de ser menos interesantes. «No puedo recomendar uno solo concierto», afirma, «pero sí que os puedo decir dónde están las joyas escondidas del festival». Su propuesta para descubrir esos escondrijos arranca en la jornada inaugural, en el Jazz Band Ball y recomienda el concierto de la cantante americana Dayna Kurtz (mañana, 23.00, Terraza Heineken), un mito en el sur de Estados Unidos.
Dentro de los conciertos del Victoria Eugenia, considera que «todo es fantástico», pero resalta la actuación de L’Orchestre D’Hommes Orchestres (sábado 21, 18.30) por su «originalidad y diversión». En la Trini, reconoce que el concierto que «más ilusión» le genera es el del grupo nórdico The Thing, que tendrá como cantante a Neneh Cherry y donde se interpretarán canciones de Don Cherry (lunes 23, 20.00). En el Auditorio del Kursaal, dice, todos los nombres son conocidos, pero en las terrazas resalta la intervención de dos en concreto. Una de ellas es la cantante coreana Youn Sun Nah (lunes 23, 19.00, Espacio Frigo) y, la segunda, el cantante británico John Greaves, que actuará con el grupo bordelés Post Image (viernes 20, 19.00, Terraza Heineken). «Esas son las claves ocultas del festival. Todo lo demás está ahí y todo es apetecible, creo».A.K.