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Las dos almas del islamismo, visibles en el congreso de Ennhada

Ennahda, el partido islamista en el poder en Túnez, se proclama moderado, defendiendo la «libertad de expresión» al mismo tiempo que aboga por la «criminalización de los ataques a lo sagrado», las dos almas del islamismo personificadas en su reelegido líder, Rached Gannouchi.

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GARA | TÚNEZ

Ennahda había presentado los debates de este primer congreso desde que el partido islamista salió de la clandestinidad como un acontecimiento histórico que determinaría una línea política clara, «moderada» y «centrista», de cara a las elecciones previstas en marzo próximo.

No obstante, la declaración final, elaborada tras cinco días de debates y difundida con 24 horas de retraso, en la noche del lunes, no es tan clara, según analistas, que consideran que refleja un compromiso entre distintas tendencias y recalcan la oposición entre exiliados y militantes que permanecieron en el país durante la represión del régimen de Zine El Abidine Ben Ali, militantes más jóvenes y más viejos o moderados y partidarios de una línea más radical.

«Lo que más los une es la voluntad de conservar el poder», señaló el politólogo Ahmed Manai. «No han sido muy claros con el fin de mantener la unidad», manifestó.

Así, Ennahda se compromete por un lado a defender la «libertad de expresión» y por otro a impulsar la «criminalización de los ataques a lo sagrado».

Rached Gannouchi, que pasó los veinte últimos de sus 71 años en el exilio en Londres y fue reelegido líder de la formación, reiteró su compromiso de construir un consenso nacional basado en la moderación, un mensaje que repitió desde el inicio del congreso el jueves. Ahora dice reflejarse en el modelo islamista turco y no en los Hermanos Musulmanes de Egipto en los que se inspiró Ennahda.

«Soñamos con un maravilloso encuentro entre el Islam moderado y los logros de la reforma y la modernidad», sostuvo Gannouchi, que agregó que «el proyecto Ennahda es un proyecto de civilización que puede reunir a todos los tunecinos».

A pesar de no ocupar ningún cargo oficial, el papel de Gannouchi es determinante en su partido, por algo sus partidarios le llaman «jeque». Ayer, declaró a AFP que «Ennahda es un movimiento fuerte, unido, moderado y partidario del consenso; el pueblo tunecino necesita ser gobernado por consenso».

Después de años llamando a la aplicación estricta de la sharia, tras su paso por prisión, antes de ser indultado por Ben Ali, y su exilio provocado por el avance de Ennahda, ya de regreso a Túnez, dos semanas después de la revolución tunecina, su discurso se ha suavizado y se compromete a no incluir la sharia en la Constitución. Sus críticos le acusan de ambigüedad respecto a los salafistas.

Al leer la declaración final, el presidente del congreso y ministro de Salud, Abdelatif Meki, dijo que los delegados habían agregado la necesidad de «criminalizar los ataques a lo sagrado», lo que incluye esta medida en el programa político del partido. Los ataques a lo sagrado constituyen un tema sensible en Túnez, ya que el país vivió en junio una ola de violencia sin precedentes desencadenada por grupos salafistas por una exposición de arte, donde había obras que fueron consideradas ofensivas para el Islam.

Meki también afirmó que el partido islamista quería «establecer un Estado civil inspirado en los valores islámicos y en las conquistas humanas».

Si bien Ennahda se presenta como un partido islamista «moderado» y «centrista», la oposición parlamentaria teme que impulse una islamización progresi- va del país y se le acusa de falta de firmeza frente a los salafistas.

En cambio, sus aliados de centroizquierda consideran que Ennahda se ha adherido a los principios republicanos, sobre todo tras haber renunciado a incorporar explícitamente la sharia en la Constitución que está siendo elaborada.

El ministro del Interior, Ali Larayedh, indicó que Ennahda «quiere un régimen parlamentario (...), el más adecuado para consagrar la democracia y las instituciones». «Vamos a ponernos de acuerdo con nuestros aliados para instaurar un régimen que realice los objetivos de la revolución», añadió.

encuentro

«Soñamos con un maravilloso encuentro entre el Islam moderado y los logros de la reforma y la modernidad», sostuvo Gannouchi, que agregó que «el proyecto Ennahda es un proyecto de civilización que puede reunir a todos».

Marzouki inicia una simbólica visita a París para relanzar las relaciones franco-tunecinas

El presidente de Túnez, Moncef Marzouki, inició ayer una visita altamente simbólica al Estado francés con el objetivo de disipar las tensiones creadas por el apoyo de París al antiguo régimen del dictador Ben Ali -solo tras su caída manifestó su respaldo al nuevo Túnez- y su torpeza al no ser capaz de evaluar la importancia del estallido de la revolución tunecina y tardar en condenar la violencia contra los manifestantes.

Marzouki se reunió ayer con François Hollande, y hoy hablará ante la Asamblea Nacional, un honor que solo han tenido 16 dirigentes extranjeros.

Tras el encuentro de ayer, Marzouki declaró que «Túnez está en un proceso de emancipación (...) que le dará la oportunidad de un desarrollo económico real, pero más allá de todos estos logros, Túnez ha encontrado su orgullo y su dignidad. Hollande indicó que «tras la revolución es tiempo de hacer la transición» y se declaró dispuesto a «acometer de manera diferente el diálogo entre Europa y el Mediterráneo», ya que «fórmulas» anteriores «no dieron el resultado deseado», en referencia a la Unión del Mediterráneo que no pudo superar los obstáculos derivados del conflicto israelo-palestino. GARA

temor

Ennahda se presenta como un partido islamista «moderado» y «centrista», pero la oposición parlamentaria teme que impulse una islamización progresiva del país y se le acusa de falta de firmeza frente a los salafistas.

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