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Jesús Valencia Educador Social

Aquel cormorán embadurnado

Siria le está resultando al imperialismo un hueso duro de roer. Y, como los fusileros no terminan de asentarse, atacan con furia sus compinches del ordenador

Conozco a personas con sentido crítico y buena memoria que se niegan a escuchar las tendenciosas crónicas sobre Siria. No son incondicionales de Al Assad pero rechazan ser usadas como recolectores de toda la basura informativa que está generando la OTAN.

En 1990 nos contaron la absurda historia del cormorán embadurnado; Sadam había vertido ingentes cantidades de crudo en el mar de Basora convirtiéndolo en un inmundo cenagal. Luego supimos que jamás se había producido semejante vertido y que el pájaro en cuestión pertenecía a otros mares. Doce años más tarde nos abrumaron con las armas de destrucción masiva; el tiempo se encargó de descubrir la nueva engañifa pero, para entonces, Sadam se balanceaba pendido de la horca. Cuando la OTAN conquistaba Libia nos aseguraron sus reporteros que los libertadores habían tomado Trípoli; inapelables imágenes lo refrendaban. La falsedad volvió a quedar en evidencia: las imágenes correspondían a un escenario artificial que recreaba la residencia de Gadaffi. Ahora es Siria la nueva tierra a conquistar; los mercenarios de occidente y los eficientes informadores que les dan cobertura se están empleando a fondo. Nos estremecieron con la masacre de Hula: numerosos cadáveres alineados y envueltos en sábanas sanguinolentas. Un observador sagaz se percató de que aquella fotografía correspondía a la invasión de Irak de 2003. En Qatar se están construyendo nuevas maquetas que simulan Damasco y Alepo.

Siria le está resultando al imperialismo un hueso duro de roer. Y, como los fusileros no terminan de asentarse, atacan con furia sus compinches del ordenador. La desinformación comenzó antes de que se produjera el primer disparo: Al Assad almacena armas químicas para destruir a su pueblo. Ya lo advertía Jonh Pilger en «The Guardian»: «La guerra mediática es tan importante como la militar. El verdadero enemigo es la opinión pública; su engaño es necesario para librar una guerra colonial no popular». El pasado marzo -y demostrando una categoría profesional poco común- numerosos corresponsales de Al Jazeera en Túnez, Egipto, Libia... renunciaron a sus puestos de trabajo. No aceptaban la escandalosa política manipuladora que les imponían sus contratadores: el Gobierno de Qatar. La Liga Árabe (otro modelo de democracia comunicativa) está intentando lo que ya consiguiera en Libia: que varias operadoras de satélites nieguen sus servicios a los medios sirios para evitar el contraste. Qatar ha sido escenario de tres recientes y nefastas reuniones. En la primera, participaron oficiales norteamericanos especialistas en guerra sicológica; en la segunda, pro- ductores de reportajes simulados; en la tercera, responsables políticos de la agresión a Siria. El objetivo de todos ellos, el mismo: perfeccionar la desinformación.

Hace días un tremendo atentado golpeó al Gobierno de Damasco. La prensa imperialista lo presentó como hazaña heróica de los libertadores sirios. Miguel de Escoto, expresidente de la Asamblea General de la ONU y conocedor de los protagonistas, fue tajante: «Es obra del asesino y genocida imperio estadounidense».

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